En el Museo del Templo Mayor de la Ciudad de México está en exhibición este verano una provocativa muestra prehispánica que llama la atención tanto del público nacional como del extranjero.
La intimidad de los antiguos habitantes del Occidente de México queda al descubierto en dicha exposición, la cual es una alegoría de la concepción mesoamericana en torno al rol del hombre y la mujer, vistos como seres complementarios, sensuales y fecundos a través de una selección de 180 piezas, la mayoría inéditas para los visitantes del centro del país.
La exposición Semillas de vida. La sexualidad en Occidente fue inaugurada a principios de julio por Teresa Franco, directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien destacó que, como sociedades agrícolas, las culturas de Mesoamérica y en particular las de esta región, vivían en un mundo donde lo natural y lo sobrenatural se entrelazaban.
Así, “nuestros antepasados plasmaron el cuerpo humano de una manera habitual, aunque cargada de un profundo simbolismo”. En el transcurso de la historia de los pueblos del Occidente, dijo, las representaciones de mujeres y hombres adquirieron diferentes características, según la época en que fueron creadas.
La exhibición, que permanecerá hasta septiembre, da cuenta del pensamiento de los artistas mesoamericanos en torno al tema, el cual materializaron en figuras de barro, piedra y concha; son escenas modeladas que hoy acercan al público su cosmovisión. Esta colección única proviene de los museos regionales de Guadalajara, Colima y Michoacano, así como del
Soumaya.“La sexualidad es un elemento preponderante en estas representaciones plásticas. Son muestra de que las actitudes, comportamientos y funciones de la mujer y del hombre fueron observadas con gran cuidado para enfatizar su identidad al reproducir una construcción sociocultural de sexo-género, reflejando sus roles como elementos sociales, al definir y diferenciar las relaciones entre lo femenino y lo masculino”, refirió Teresa Franco, titular del INAH, al presidir la apertura de la muestra.
La dualidad ―comentó el arqueólogo Daniel Ruiz Cancino, curador de la exposición—, es el punto de partida de la cosmovisión mesoamericana, donde los contrarios se complementan y se necesitan para existir. El hombre se vinculaba con la vida, el calor y la luz, mientras la mujer se asociaba con la muerte, el frío y la oscuridad.
De este modo, las diversas maneras de relacionarse en la intimidad están presentes en algunas de las esculturas. No obstante que las representaciones de parejas en el Occidente son constantes, muy pocas demuestran actos sexuales explícitos, no así las representaciones de mujeres con vientres y pechos prominentes, en ocasiones decorados; acuclilladas para dar a luz o amamantando.
En el caso de figuras masculinas, algunas presentan ausencia intencional del falo, ya que fueron encontradas por personas que se los destruían por considerarlo obsceno. Otras son una metáfora de la penetración de la tierra. La masturbación buscaba ofrendar el flujo vital: el semen; tal acto y la punición del pene para sangrarse eran actos rituales que simbolizaban la fecundación.
Carlos Javier González, director del Templo Mayor, enfatizó que Semillas de vida. La sexualidad en Occidente es un acercamiento al orden cíclico y dual que permitió a sus creadores recrear un universo sexuado.
En su recorrido, el visitante podrá apreciar representaciones hechas por las primeras sociedades del Occidente prehispánico, como las de El Opeño y Chupícuaro, siguiendo con las piezas de la Tradición de Tumbas de Tiro, realizadas entre 200 a.C. y 400 a 600 de nuestra era, época en que las imágenes se caracterizaron por mostrar el cuerpo de manera natural.
En las últimas secciones de la muestra se presentan piezas de la etapa que precedió a la llegada de los españoles, con una representación de la figura humana más abstracta.
Semillas de vida. La sexualidad en Occidente: permanecerá hasta el 28 de septiembre de 2014 en el Museo del Templo Mayor (Seminario 8, Centro Histórico). De martes a domingo, de 9 a 17 horas. Costo: $59.00 (pesos mexicanos). Acceso gratuito a menores de 13 años, estudiantes y maestros con credencial vigente, adultos mayores de 60 años, jubilados y pensionados. Domingo, entrada libre a público nacional y a extranjeros residentes con credencial vigente.
La intimidad de los antiguos habitantes del Occidente de México queda al descubierto en dicha exposición, la cual es una alegoría de la concepción mesoamericana en torno al rol del hombre y la mujer, vistos como seres complementarios, sensuales y fecundos a través de una selección de 180 piezas, la mayoría inéditas para los visitantes del centro del país.
La exposición Semillas de vida. La sexualidad en Occidente fue inaugurada a principios de julio por Teresa Franco, directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien destacó que, como sociedades agrícolas, las culturas de Mesoamérica y en particular las de esta región, vivían en un mundo donde lo natural y lo sobrenatural se entrelazaban.
Así, “nuestros antepasados plasmaron el cuerpo humano de una manera habitual, aunque cargada de un profundo simbolismo”. En el transcurso de la historia de los pueblos del Occidente, dijo, las representaciones de mujeres y hombres adquirieron diferentes características, según la época en que fueron creadas.
La exhibición, que permanecerá hasta septiembre, da cuenta del pensamiento de los artistas mesoamericanos en torno al tema, el cual materializaron en figuras de barro, piedra y concha; son escenas modeladas que hoy acercan al público su cosmovisión. Esta colección única proviene de los museos regionales de Guadalajara, Colima y Michoacano, así como del
Soumaya.
“La sexualidad es un elemento preponderante en estas representaciones plásticas. Son muestra de que las actitudes, comportamientos y funciones de la mujer y del hombre fueron observadas con gran cuidado para enfatizar su identidad al reproducir una construcción sociocultural de sexo-género, reflejando sus roles como elementos sociales, al definir y diferenciar las relaciones entre lo femenino y lo masculino”, refirió Teresa Franco, titular del INAH, al presidir la apertura de la muestra.
La dualidad ―comentó el arqueólogo Daniel Ruiz Cancino, curador de la exposición—, es el punto de partida de la cosmovisión mesoamericana, donde los contrarios se complementan y se necesitan para existir. El hombre se vinculaba con la vida, el calor y la luz, mientras la mujer se asociaba con la muerte, el frío y la oscuridad.
De este modo, las diversas maneras de relacionarse en la intimidad están presentes en algunas de las esculturas. No obstante que las representaciones de parejas en el Occidente son constantes, muy pocas demuestran actos sexuales explícitos, no así las representaciones de mujeres con vientres y pechos prominentes, en ocasiones decorados; acuclilladas para dar a luz o amamantando.
En el caso de figuras masculinas, algunas presentan ausencia intencional del falo, ya que fueron encontradas por personas que se los destruían por considerarlo obsceno. Otras son una metáfora de la penetración de la tierra. La masturbación buscaba ofrendar el flujo vital: el semen; tal acto y la punición del pene para sangrarse eran actos rituales que simbolizaban la fecundación.
Carlos Javier González, director del Templo Mayor, enfatizó que Semillas de vida. La sexualidad en Occidente es un acercamiento al orden cíclico y dual que permitió a sus creadores recrear un universo sexuado.
En su recorrido, el visitante podrá apreciar representaciones hechas por las primeras sociedades del Occidente prehispánico, como las de El Opeño y Chupícuaro, siguiendo con las piezas de la Tradición de Tumbas de Tiro, realizadas entre 200 a.C. y 400 a 600 de nuestra era, época en que las imágenes se caracterizaron por mostrar el cuerpo de manera natural.
En las últimas secciones de la muestra se presentan piezas de la etapa que precedió a la llegada de los españoles, con una representación de la figura humana más abstracta.
Semillas de vida. La sexualidad en Occidente: permanecerá hasta el 28 de septiembre de 2014 en el Museo del Templo Mayor (Seminario 8, Centro Histórico). De martes a domingo, de 9 a 17 horas. Costo: $59.00 (pesos mexicanos). Acceso gratuito a menores de 13 años, estudiantes y maestros con credencial vigente, adultos mayores de 60 años, jubilados y pensionados. Domingo, entrada libre a público nacional y a extranjeros residentes con credencial vigente.