Existe un mito local que dice: Si usted come chapulines de Oaxaca, entonces nunca partirá. O lo que es igual, al degustar de la extraordinaria cocina oaxaqueña, se llevará inevitablemente un pedacito del estado con usted y volverá para visitarlo, como si nunca se hubiese ido.
Ubicado en el suroeste de México, Oaxaca colinda con los estados de Guerrero al oeste, Puebla al noroeste, Veracruz hacia el norte, y Chiapas al oriente, y de pilón: tiene al Océano Pacífico como su patio trasero, el complemento ideal que atrae a turistas de todo el mundo. De hecho, es un paraíso que cumple con todos los sentidos.
El estado es conocido por sus pueblos y culturas indígenas, y por su cocina exótica autóctona. No por nada en el 2010, la cocina mexicana fue añadida por la UNESCO en su lista mundial como "patrimonio cultural intangible".
La cocina regional de Oaxaca es considerada excepcional, y un paseo a los mercados revela qué tan única y exótica la experiencia gastronómica resulta ser. Para los extranjeros, hay una botana peculiar que provoca dudas. Pero para el pueblo de México, este aperitivo o "botanita", es una proteína deliciosa llena de delicadeza: hablamos de los ricos chapulines.
La palabra chapulín es específica a México y se deriva de la lengua materna náhuatl. Por miles de años, se han consumido y han sido una fuente de alimento muy importante, y se le conoce como comida prehispánica.
Los chapulines son saltamontes del género Sphenarium. Naturales a la región, se recogen sólo en ciertas épocas del año, (desde su eclosión a principios de mayo hasta finales del verano o principios de otoño). Después de ser limpiados y lavados rigurosamenete, se tuestan en un comal de barro con ajo, chile y sal de gusano, obteniendo un resultado crujiente, agrio-picante-salado, y si se me permite añadir, pueden convertirse en una deliciosa adicción.
El chapulín es importante e indispensable para los locales. Durante la temporada de cosecha, es muy común ver a grandes grupos de personas dentro de las milpas, o campos de maíz atrapando chapulines. El chapulín proveerá una base de nutrición importante, y además ingresos durante la tradicional temporada de cuaresma.
Hay dos tipos de chapulines que se cosechan. El que se puede recoger dentro de la milpa, y el que se puede obtener a las orillas de los campos. El primero es considerado el mejor en tamaño y sabor, ya que se alimenta del maíz dentro de la milpa. El segundo es de menor tamaño y se alimenta principalmente de yerbas y matorrales, lo cual le da un sabor un poco amargo.
Es bien conocido el hecho de que muchas culturas se alimentan de insectos, una practica conocida como entomofagia, (de éntomos griego, "insecto (ed)", y phăgein, "comer"), que no es otra cosa que el consumo de insectos en un día a día. Sin embargo, en algunas sociedades es algo poco común, e incluso se considera tabú. Es, en realidad, un hábito muy poco frecuente en los países modernos, pero en México existe poca o ninguna preocupación por tabúes de esta índole. Ahí el chapulín se consume con gusto, pues se trata de una excelente fuente de proteínas, calcio, zinc, vitaminas y minerales y no contienen grasa.
El chapulín se disfruta como una botana que se puede comprar en los mercados, o en las cantinas, acompañados de una cerveza bien helada, o también en tacos con guacamole y salsa picante.
Para un deleite más completo y saludable, los chapulines se sirven en las famosas tlayudas oaxaqueñas. La tlayuda es una tortilla hecha a mano de gran tamaño que se tuesta sobre las brasas, luego se cubre con una fina capa de frijoles refritos, lechuga o col, guacamole, y el remate llega con los chapulines asados; aunque no puede faltar la salsa picante y una lloviznita de crema mexicana. Esto es el cielo para los amantes de la cocina de aventura, y para los que se atreven a arriesgar en su búsqueda incansable de lo extraordinario.
Ubicado en el suroeste de México, Oaxaca colinda con los estados de Guerrero al oeste, Puebla al noroeste, Veracruz hacia el norte, y Chiapas al oriente, y de pilón: tiene al Océano Pacífico como su patio trasero, el complemento ideal que atrae a turistas de todo el mundo. De hecho, es un paraíso que cumple con todos los sentidos.
El estado es conocido por sus pueblos y culturas indígenas, y por su cocina exótica autóctona. No por nada en el 2010, la cocina mexicana fue añadida por la UNESCO en su lista mundial como "patrimonio cultural intangible".
La cocina regional de Oaxaca es considerada excepcional, y un paseo a los mercados revela qué tan única y exótica la experiencia gastronómica resulta ser. Para los extranjeros, hay una botana peculiar que provoca dudas. Pero para el pueblo de México, este aperitivo o "botanita", es una proteína deliciosa llena de delicadeza: hablamos de los ricos chapulines.
La palabra chapulín es específica a México y se deriva de la lengua materna náhuatl. Por miles de años, se han consumido y han sido una fuente de alimento muy importante, y se le conoce como comida prehispánica.
Los chapulines son saltamontes del género Sphenarium. Naturales a la región, se recogen sólo en ciertas épocas del año, (desde su eclosión a principios de mayo hasta finales del verano o principios de otoño). Después de ser limpiados y lavados rigurosamenete, se tuestan en un comal de barro con ajo, chile y sal de gusano, obteniendo un resultado crujiente, agrio-picante-salado, y si se me permite añadir, pueden convertirse en una deliciosa adicción.
El chapulín es importante e indispensable para los locales. Durante la temporada de cosecha, es muy común ver a grandes grupos de personas dentro de las milpas, o campos de maíz atrapando chapulines. El chapulín proveerá una base de nutrición importante, y además ingresos durante la tradicional temporada de cuaresma.
Hay dos tipos de chapulines que se cosechan. El que se puede recoger dentro de la milpa, y el que se puede obtener a las orillas de los campos. El primero es considerado el mejor en tamaño y sabor, ya que se alimenta del maíz dentro de la milpa. El segundo es de menor tamaño y se alimenta principalmente de yerbas y matorrales, lo cual le da un sabor un poco amargo.
Es bien conocido el hecho de que muchas culturas se alimentan de insectos, una practica conocida como entomofagia, (de éntomos griego, "insecto (ed)", y phăgein, "comer"), que no es otra cosa que el consumo de insectos en un día a día. Sin embargo, en algunas sociedades es algo poco común, e incluso se considera tabú. Es, en realidad, un hábito muy poco frecuente en los países modernos, pero en México existe poca o ninguna preocupación por tabúes de esta índole. Ahí el chapulín se consume con gusto, pues se trata de una excelente fuente de proteínas, calcio, zinc, vitaminas y minerales y no contienen grasa.
El chapulín se disfruta como una botana que se puede comprar en los mercados, o en las cantinas, acompañados de una cerveza bien helada, o también en tacos con guacamole y salsa picante.
Para un deleite más completo y saludable, los chapulines se sirven en las famosas tlayudas oaxaqueñas. La tlayuda es una tortilla hecha a mano de gran tamaño que se tuesta sobre las brasas, luego se cubre con una fina capa de frijoles refritos, lechuga o col, guacamole, y el remate llega con los chapulines asados; aunque no puede faltar la salsa picante y una lloviznita de crema mexicana. Esto es el cielo para los amantes de la cocina de aventura, y para los que se atreven a arriesgar en su búsqueda incansable de lo extraordinario.