A principios de año grabé una entrevista en la que se me pidió recomendar una lectura y respondí que escoger un libro a veces depende del estado de ánimo de cada uno, como en el caso de la música o las películas... (No había recibido, ni tenido el tiempo de leer la memoria de Jesse León, "No estoy roto" (I'm not broken). Después de hacerlo y de conversar con él no tengo la menor duda en recomendar el libro. Es un tema bastante delicado y muy necesario de ser abordado; puede ser leído en pausas, por lo sobrecogedor que resulta la crudeza de algunos episodios y con la promesa de terminar en una nota positiva).
La clara intención de esta reseña es la de simplemente animar al lector a que no desperdicie la oportunidad de conocer la historia de este mexicoamericano que superó un mar de horrores durante su adolescencia y ahora puede hablar sobre sus dolorosas vivencias desde un lugar de serenidad, además de desempeñarse profesionalmente en apoyo a comunidades socioeconómicamente vulnerables.
En No estoy roto (Penguin Random House), Jesse León busca inspirar a otros "para que tengan esperanza", señala el autor debutante al principio de una larga conversación telefónica para hablar del libro que fue publicado tanto en inglés como en español en los Estados Unidos.
Es una autobiografía detallada que León tardó 10 años en desarrollar entre el proceso de escribirla, editarla y encontrar una casa editorial que aceptara publicarla. La traducción al español le hace justicia a la historia. No es un libro sobre un episodio de abuso sexual aislado, es una serie de relatos (como le dijo mucho tiempo después una mujer con la que habló en Cuba) de "una inocencia robada". Para León, en la actualidad, es una serie de historias de "resiliencia"; porque, dice "son experiencias que (lamentablemente) muchos han vivido y que no tuvieron la oportunidad de contar sus historias o sanar".
Los crudos pasajes de la adolescencia de León, (o sus relatos valientes, como bien describe la editorial), sin duda pueden estrujar al lector, pero consideramos que bien vale la pena conocerlos, porque pueden ser un llamado de atención a tantos aspectos cruciales en la niñez de millones de minorías, cuyos padres desconocen el sistema educativo y de recursos de apoyo al llegar a Estados Unidos, enfocados casi primordialmente en la tarea de trabajar.
León, quien desde pequeño se ganó el apodo de "nerd" y era acosado al respecto, desea que los demás sobrevivientes sepan que, "podemos seguir adelante". I'm not broken está contada, y demasiado bien, a manera de guión de una película de Hollywood (o quizá independiente), pero desde la voz de un joven que no cesa de buscar la luz en medio de episodios crueles de caídas constantes y obstáculos continuos. Con sus editores acordó suprimir un capítulo en el que narraba los desórdenes alimenticios que también sufrió. Solía dormir en un parque y era presa de su adicción a las drogas en su intento por evadir la trágica existencia en la que se convirtió su vida después de hacer un mandado a una tienda no muy lejos de su casa cuando tenía 11 años.
"Me encantaría que mis palabras sean de aliento y de esperanza y que no se sientan solos como yo me sentí por muchísimos años", agrega León, quien a los 18 años decidió dejar de consumir drogas. Al enfocarse en el colegio comunitario al que estaba inscrito, logró una transferencia con beca a la universidad Berkeley y después otra para cursar una maestría en Harvard.
En los capítulos tal vez más ligeros habla de los viajes que le permitió su etapa de estudiante universitario: Un año a España y tres meses a Cuba, las dos salidas fueron trascendentales según el propio León. También de tanto en tanto, intercala algunos pasajes del origen de sus padres. Su madre se casó con su padre (quien le llevaba más de 30 años de diferencia) a los 28 años en México.
El libro contiene una sección con recursos para buscar apoyo en casos de adicciones, abuso sexual, intento de suicidio, entre otros.
Sandra Velázquez es editora en jefe de HOY Dallas. Ha escrito sobre actualidad, música y cultura de 2002. También, desde 2013, narra (algunos) partidos de basquetbol del equipo Oklahoma City Thunder (NBA) en la radio, además de fungir como asesora de comunicaciones y traductora.
La clara intención de esta reseña es la de simplemente animar al lector a que no desperdicie la oportunidad de conocer la historia de este mexicoamericano que superó un mar de horrores durante su adolescencia y ahora puede hablar sobre sus dolorosas vivencias desde un lugar de serenidad, además de desempeñarse profesionalmente en apoyo a comunidades socioeconómicamente vulnerables.
En No estoy roto (Penguin Random House), Jesse León busca inspirar a otros "para que tengan esperanza", señala el autor debutante al principio de una larga conversación telefónica para hablar del libro que fue publicado tanto en inglés como en español en los Estados Unidos.
Es una autobiografía detallada que León tardó 10 años en desarrollar entre el proceso de escribirla, editarla y encontrar una casa editorial que aceptara publicarla. La traducción al español le hace justicia a la historia. No es un libro sobre un episodio de abuso sexual aislado, es una serie de relatos (como le dijo mucho tiempo después una mujer con la que habló en Cuba) de "una inocencia robada". Para León, en la actualidad, es una serie de historias de "resiliencia"; porque, dice "son experiencias que (lamentablemente) muchos han vivido y que no tuvieron la oportunidad de contar sus historias o sanar".
Los crudos pasajes de la adolescencia de León, (o sus relatos valientes, como bien describe la editorial), sin duda pueden estrujar al lector, pero consideramos que bien vale la pena conocerlos, porque pueden ser un llamado de atención a tantos aspectos cruciales en la niñez de millones de minorías, cuyos padres desconocen el sistema educativo y de recursos de apoyo al llegar a Estados Unidos, enfocados casi primordialmente en la tarea de trabajar.
León, quien desde pequeño se ganó el apodo de "nerd" y era acosado al respecto, desea que los demás sobrevivientes sepan que, "podemos seguir adelante". I'm not broken está contada, y demasiado bien, a manera de guión de una película de Hollywood (o quizá independiente), pero desde la voz de un joven que no cesa de buscar la luz en medio de episodios crueles de caídas constantes y obstáculos continuos. Con sus editores acordó suprimir un capítulo en el que narraba los desórdenes alimenticios que también sufrió. Solía dormir en un parque y era presa de su adicción a las drogas en su intento por evadir la trágica existencia en la que se convirtió su vida después de hacer un mandado a una tienda no muy lejos de su casa cuando tenía 11 años.
"Me encantaría que mis palabras sean de aliento y de esperanza y que no se sientan solos como yo me sentí por muchísimos años", agrega León, quien a los 18 años decidió dejar de consumir drogas. Al enfocarse en el colegio comunitario al que estaba inscrito, logró una transferencia con beca a la universidad Berkeley y después otra para cursar una maestría en Harvard.
En los capítulos tal vez más ligeros habla de los viajes que le permitió su etapa de estudiante universitario: Un año a España y tres meses a Cuba, las dos salidas fueron trascendentales según el propio León. También de tanto en tanto, intercala algunos pasajes del origen de sus padres. Su madre se casó con su padre (quien le llevaba más de 30 años de diferencia) a los 28 años en México.
El libro contiene una sección con recursos para buscar apoyo en casos de adicciones, abuso sexual, intento de suicidio, entre otros.
Sandra Velázquez es editora en jefe de HOY Dallas. Ha escrito sobre actualidad, música y cultura de 2002. También, desde 2013, narra (algunos) partidos de basquetbol del equipo Oklahoma City Thunder (NBA) en la radio, además de fungir como asesora de comunicaciones y traductora.