A finales de abril viajé a Oklahoma City para cumplir con uno de mis compromisos laborales con el OKC Thunder, que consiste en narrar los partidos en español para la radio local durante los playoffs. Es un trabajo que me apasiona, y que por segundo año consecutivo estoy haciendo, pero que al mismo tiempo resulta agotador, ya que siempre me desplazo por carretera para llegar hasta allá, proveniente de DFW. Así que el mes pasado para romper un poco con la rutina, me quise preparar bien para una jornada larga y decidí quedarme en un hotel cercano a la Chesapeake Energy Arena.
La postemporada de la NBA es intensa. No hay una mejor palabra para definirla, y aunque la distancia entre Dallas y Oklahoma City no llega a las 250 millas, el trayecto en automóvil a veces resulta tedioso debido a las zonas de construcción que la interesatatal 35 presenta hacia el norte del Metroplex, poco antes de llegar a Lewisville; en serio, la travesía en coche de ese trayecto le inyecta un toque de incertidumbre, (porque nadie quiere suspenderse en el tiempo un lunes al mediodía, -no frente al volante) aunque al poco rato de cruzar la línea estatal esa sensación se esfuma por completo.
Mi estancia en un hotel de la cadena Best Western fue buena, afortunadamente. Cuando haces un viaje así de breve no hay nada mejor que decidir simplificar y escoger un lugar acogedor y accesible, tal como encontré al Best Western Plus Saddleback Inn & Conference Center.
Esa noche de abril, sin tormentas, ni lluvia o vientos intensos, logré descansar y
relajarme en la espaciosa habitación que me fue proporcionada. Por la mañana, el desayuno me hizo olvidar lo temprano que desperté para adelantarme al tráfico y tratar de estar en Dallas antes del mediodía. Lo logré y todo salió de acuerdo a mi plan. De hecho, hubiese sido una estadía perfecta, de no haber sido porque olvidé mi computadora portátil y tuve la necesidad de estar trabajando en preparar algunos apuntes para la edición semanal de Hoy Dallas en el lobby del hotel. La conexión a Internet de primer nivel resultó un apoyo moral estupendo y sirvió como otro atenuante a mi desvelo, tras el casi imperdonable olvido de mi laptop, la dueña de la mayoría de mis secretos laborales.
La postemporada de la NBA es intensa. No hay una mejor palabra para definirla, y aunque la distancia entre Dallas y Oklahoma City no llega a las 250 millas, el trayecto en automóvil a veces resulta tedioso debido a las zonas de construcción que la interesatatal 35 presenta hacia el norte del Metroplex, poco antes de llegar a Lewisville; en serio, la travesía en coche de ese trayecto le inyecta un toque de incertidumbre, (porque nadie quiere suspenderse en el tiempo un lunes al mediodía, -no frente al volante) aunque al poco rato de cruzar la línea estatal esa sensación se esfuma por completo.
Mi estancia en un hotel de la cadena Best Western fue buena, afortunadamente. Cuando haces un viaje así de breve no hay nada mejor que decidir simplificar y escoger un lugar acogedor y accesible, tal como encontré al Best Western Plus Saddleback Inn & Conference Center.
Esa noche de abril, sin tormentas, ni lluvia o vientos intensos, logré descansar y relajarme en la espaciosa habitación que me fue proporcionada. Por la mañana, el desayuno me hizo olvidar lo temprano que desperté para adelantarme al tráfico y tratar de estar en Dallas antes del mediodía. Lo logré y todo salió de acuerdo a mi plan. De hecho, hubiese sido una estadía perfecta, de no haber sido porque olvidé mi computadora portátil y tuve la necesidad de estar trabajando en preparar algunos apuntes para la edición semanal de Hoy Dallas en el lobby del hotel. La conexión a Internet de primer nivel resultó un apoyo moral estupendo y sirvió como otro atenuante a mi desvelo, tras el casi imperdonable olvido de mi laptop, la dueña de la mayoría de mis secretos laborales.