“Eyjafjallajokul, ¿a ver dílo tú?” dicen las camisetas, haciendo referencia al volcán que literalmente le recordó al mundo en donde estaba Islandia. Pero son además de sus volcanes, sus aguas termales, sus icebergs, sus geisers, sus auroras boreales, su sol de medianoche, sus nomos y sus vuelos baratos lo que han hecho famosa a la tierra que hierve por dentro y hiela por fuera: Islandia (en islandés Ísland que proviene del nórdico antiguo y cuyo significado es literalmente, tierra del hielo).
Enclavada al norte del Oceano Atlántico, cerca de la península escandinava se encuentra una tierra de encanto que bien puede brindarle, si va preparado, las mejores vacaciones de su vida. Pero tenga precaución, así como están de calientes sus aguas termales y de fríos sus glaciares, así le pueden quedar los bolsillos si se deja sorprender con los precios de los restaurantes, los hoteles y los “recuerditos”.
La tierra de los viquingos más puros, en donde los dioses de la mitología escandinava hicieron su hogar y en donde hay una sola vía pavimentada (la carretera 1) que rodea toda la isla, le tiene preparados algunos de los escenarios naturales más impresionantes que verá en su existencia y algunas de las necesidades básicas que jamás hubiera contemplado de no pisar Islandia en el verano, como que necesita una mascarilla para dormir, y que realmente los horarios son un invento del hombre.
Si hay dos cosas que no olvidará de su viaje, serán: el sol de medianoche (sí, nunca oscurece en los meses de verano, de mayo a septiembre); y para alguien que va de América del norte, la posibilidad de estar en Europa sin cambiar de horario, porque en Islandia, las atracciones naturales (hasta el momento) no tienen costo, ni vigilancia y por lo tanto, no tienen horario (puede visitar a la hora del día o la noche -inexistente- que se le dé la gana).
La llegada al pequeño aeropuerto de Keflavík, ubicado en un volcán extinto a 43 kilometros de la capital Reikiavik, es su primera visión del país de 350 mil habitantes y un territorio de 103 mil kilometros cuadrados (mucha tierra y poca gente, nada más para que se dé una idea, en el metroplex habitan 2 millones de personas), ahí habrá un letrero que le pide prometer que va a cuidar a la naturaleza; aprieta un botón y listo, (con cuidado de fallar a su promesa, que cuentan las historias que los dioses de Asgard le harán la vida imposible si no lo hace).
Cerca del aeropuerto y de camino a Reikiavick se encuentran las famosas aguas termales de la laguna azul (The blue lagoon), un lugar que parece salido de las más excentricas cintas futuristas, en donde todo está perfectamente alineado con las aguas geotermales que alimentan la laguna, (incluidos vestidores para hombres y mujeres donde lo van a obligar a tomar un baño antes de sumergirse en lo que dicen son aguas curativas). Ahí va a disfrutar de un típico baño termal islandés, con aguas repletas de sílice y azufre que hacen que el azul lechoso contraste de manera surrealista con el resto del paisaje volcánico, incluido el vapor de la planta geotermal cercana, cada una de las coronas islandesas que usted pagará por la experiencia le serán redituadas, en el verano una entrada de adulto requiere el pago de $100 USD, pero los niños no pagan nada en Islandía y son pocas las atracciones que cobran por entrar, principalmente los baños termales.
La ciudad de Reikiavick -con 124 mil habitantes- es pequeñita y encantadora, y el área más densamente poblada de toda Islandia; hay museos como el Perlam de historia natural que no puede dejar de ver, la casa de la Ópera Arpa (uno de los edificios más locos que verá en su vida) y la catedral (que no puede perderse, pues es el edificio más alto del centro de la ciudad) es simplemente colosal y la calle peatonal frente a ella, repleta de turistas de cruceo, una de las pocas aglomeraciones que verá en la isla.
Para muchos turistas, la ciudad capital y el conocido círculo de oro (Golden Ring) es más que suficiente y con tres días de viaje verán paísajes para rato; pero si tiene un poco más de tiempo y le gustan las aventuras, rodear la isla por la carretera 1, es una experiencia que se quedará con usted para el resto de sus días.
Los lugares que no puede perderse son:
Cascadas: Seiljalandsfoss, Skógarfoss, Godafoss
Geisers: Geysir, Námajall
Volcanes: Krafla, Askja
Glaciares: Mýrdalsherpput
Lagunas: Mývatn (entre las dos placas tectónicas del planeta) y las laguna de los glaciares: Fjallsárlón, JökilsárlonExperiencias: Monte a caballo, cerca de Akureri al norte de la isla, puede visitar Lýtingsstadir, literalmente en medio de la nada, ahí una granja con atención personalizada, aunque nunca haya montado a caballo, su hora sobre un caballo islandés será fascinante.
Las casas de los nomos, los duendes que ayudan a Santa Claus y de las “personas escondidas” y la tierra de Thor.
Ahí tiene sufientes consejitos y tiempo para ahorrar, igual el siguiente verano puede disfrutar las vacaciones más memorables de su vida, o si quiere visitar en invierno mucho más frío, menos horas de luz, pero la oportunidad única de ver auroras boreales.
Enclavada al norte del Oceano Atlántico, cerca de la península escandinava se encuentra una tierra de encanto que bien puede brindarle, si va preparado, las mejores vacaciones de su vida. Pero tenga precaución, así como están de calientes sus aguas termales y de fríos sus glaciares, así le pueden quedar los bolsillos si se deja sorprender con los precios de los restaurantes, los hoteles y los “recuerditos”.
La tierra de los viquingos más puros, en donde los dioses de la mitología escandinava hicieron su hogar y en donde hay una sola vía pavimentada (la carretera 1) que rodea toda la isla, le tiene preparados algunos de los escenarios naturales más impresionantes que verá en su existencia y algunas de las necesidades básicas que jamás hubiera contemplado de no pisar Islandia en el verano, como que necesita una mascarilla para dormir, y que realmente los horarios son un invento del hombre.
Si hay dos cosas que no olvidará de su viaje, serán: el sol de medianoche (sí, nunca oscurece en los meses de verano, de mayo a septiembre); y para alguien que va de América del norte, la posibilidad de estar en Europa sin cambiar de horario, porque en Islandia, las atracciones naturales (hasta el momento) no tienen costo, ni vigilancia y por lo tanto, no tienen horario (puede visitar a la hora del día o la noche -inexistente- que se le dé la gana).
La llegada al pequeño aeropuerto de Keflavík, ubicado en un volcán extinto a 43 kilometros de la capital Reikiavik, es su primera visión del país de 350 mil habitantes y un territorio de 103 mil kilometros cuadrados (mucha tierra y poca gente, nada más para que se dé una idea, en el metroplex habitan 2 millones de personas), ahí habrá un letrero que le pide prometer que va a cuidar a la naturaleza; aprieta un botón y listo, (con cuidado de fallar a su promesa, que cuentan las historias que los dioses de Asgard le harán la vida imposible si no lo hace).
Cerca del aeropuerto y de camino a Reikiavick se encuentran las famosas aguas termales de la laguna azul (The blue lagoon), un lugar que parece salido de las más excentricas cintas futuristas, en donde todo está perfectamente alineado con las aguas geotermales que alimentan la laguna, (incluidos vestidores para hombres y mujeres donde lo van a obligar a tomar un baño antes de sumergirse en lo que dicen son aguas curativas). Ahí va a disfrutar de un típico baño termal islandés, con aguas repletas de sílice y azufre que hacen que el azul lechoso contraste de manera surrealista con el resto del paisaje volcánico, incluido el vapor de la planta geotermal cercana, cada una de las coronas islandesas que usted pagará por la experiencia le serán redituadas, en el verano una entrada de adulto requiere el pago de $100 USD, pero los niños no pagan nada en Islandía y son pocas las atracciones que cobran por entrar, principalmente los baños termales.
La ciudad de Reikiavick -con 124 mil habitantes- es pequeñita y encantadora, y el área más densamente poblada de toda Islandia; hay museos como el Perlam de historia natural que no puede dejar de ver, la casa de la Ópera Arpa (uno de los edificios más locos que verá en su vida) y la catedral (que no puede perderse, pues es el edificio más alto del centro de la ciudad) es simplemente colosal y la calle peatonal frente a ella, repleta de turistas de cruceo, una de las pocas aglomeraciones que verá en la isla.
Para muchos turistas, la ciudad capital y el conocido círculo de oro (Golden Ring) es más que suficiente y con tres días de viaje verán paísajes para rato; pero si tiene un poco más de tiempo y le gustan las aventuras, rodear la isla por la carretera 1, es una experiencia que se quedará con usted para el resto de sus días.
Los lugares que no puede perderse son:
Cascadas: Seiljalandsfoss, Skógarfoss, Godafoss
Geisers: Geysir, Námajall
Volcanes: Krafla, Askja
Glaciares: Mýrdalsherpput
Lagunas: Mývatn (entre las dos placas tectónicas del planeta) y las laguna de los glaciares: Fjallsárlón, Jökilsárlon
Experiencias: Monte a caballo, cerca de Akureri al norte de la isla, puede visitar Lýtingsstadir, literalmente en medio de la nada, ahí una granja con atención personalizada, aunque nunca haya montado a caballo, su hora sobre un caballo islandés será fascinante.
Las casas de los nomos, los duendes que ayudan a Santa Claus y de las “personas escondidas” y la tierra de Thor.
Ahí tiene sufientes consejitos y tiempo para ahorrar, igual el siguiente verano puede disfrutar las vacaciones más memorables de su vida, o si quiere visitar en invierno mucho más frío, menos horas de luz, pero la oportunidad única de ver auroras boreales.