Nota de la editora: Este artículo fue publicado originalmente el 22 de noviembre de 2017.
La programación del estreno de Coco en Estados Unidos no pudo ser más atinada que para la semana de Acción de Gracias, pues al haberse destapado primero en México, ya se saben bastantes cosas sobre el film, pero hay que verlo para verdaderamente gozarlo.
Coco es estrujantemente tierna, bueno, aclaremos, su recta final; también es como una "novela mexicana" infantil, aunque no desde el principio es tan dulce, al fin drama, tiene algunos ratos de terquedad y grosería del protagonista [el pequeño Miguel] que no pasan desapercibidos. Pero sin duda, una obra de arte de principio a fin, sí que lo es.
También es una celebración y al mismo tiempo una profunda reflexión. El estilo "transformativo" de las películas de Pixar volvió a brillar, retratando con sus nítidos espejos de la imaginación la realidad que a veces se nos dificulta tanto ponderar.
A pesar del propósito editorial de este escrito, se me antoja que los distintos matices que cada uno le encuentre lo debe "uno"saborear a nivel índividual o en la intimidad familiar. Pero el film es tan multidimensional, que alcanza para mucho más, incluidas las discusiones cerebrales en cuanto a su hechura y diseño, las cuales son totalmente válidas por lo impresionante de la obra. ¿No se han escrito acaso libros solamente para analizar la Mona Lisa?
Antes que ofrecer otro apunte me gustaría resaltar que Coco, sí, es una cinta hollywoodesca que como muy pocas, le rinde directa, o indirectamente un homenaje a México y a su cultura.
La hermosa historia que crearon respecto a "la vida después de la vida" es inspiradora y reconfortante cuando el espectador se dejar llevar, sumergido por momentos, en la impresionante fantasía planteada. No hay tropiezo alguno culturalmente hablando y la música es otro gran componente de la cinta.
Un bello mosaico de sonidos mexicanos, la música de "Coco"
El tema central desde luego que es el Día de Muertos, el cual los productores enlazaron de una manera magistral y súper elocuente con el irremplazable valor de la familia, el cual toca fibras muy sensibles entre los latinoamericanos. ¿A quién quiere uno más, a sus vivos o a sus muertos?
Coco (la bisabuela) resulta ser el personaje clave en torno al cual los sentimientos de ternura, nostalgia y tristeza recaerán, pero no como el espectador podría imaginar. Y aquí tampoco se lo pensamos adelantar, a pesar de lo que por otro lado ya haya podido leer o escuchar, o de haber visto ya la película, el lector sabrá de lo que estoy hablando.
Como en toda historia ficticia, los escritores inventan a los personajes a su gusto. En este caso le toca levemente pagar los platos rotos a la abuela de Miguel, el niño protagonista que quiere ser músico -a pesar de que para toda su familia tal tema es una prohibición total, un tabú que el chiquillo no entiende. La abuela, entonces, es retratada como la prefecta "antimusical", semi-ogra, que trata por todos los medios de reprimir el amor a la música que cualquier integrante de la familia sienta y hace el papel de una matriarca que es capaz de chanclear a quien la contradiga. Pero no llega a ser la villana. Mientras disfrutaba la película en el cine Angelika, un deleite adicional fueron las risas de los niños que acudieron a la exhibición especial, sus reacciones eran espontáneas, todas positivas, a ellos les importó poco o nada si se exageró con el tema de la chancla de la abuela gruñona.
Lalo Alcaraz trabaja en la creación del film sobre el Día de Muertos de Pixar
En la tierra de los muertos, la actuación de Gael García Bernal (Héctor) es soberbia.
La película bien pudo llamarse "Calaveras" pero tal vez habría sido muy obvio, aunque en realidad no se trata de un film con calaveritas chistosas. Lo que sí debe reiterarse, por obvio que suene, es el inmenso talento de García Bernal. Si hubiese un aparato que midiera "el corazón" con el que los seres humanos hacen su trabajo, el mexicano habría sobrepasado los máximos estándares por su actuación en Coco, con todo y que es un film animado. Habría sucedido como en las Olimpiadas de Montreal, cuando Nadia Comaneci venció al marcador al lograr el primer 10 en la gimnasia.
Salud.
Coco es estrujantemente tierna, bueno, aclaremos, su recta final; también es como una "novela mexicana" infantil, aunque no desde el principio es tan dulce, al fin drama, tiene algunos ratos de terquedad y grosería del protagonista [el pequeño Miguel] que no pasan desapercibidos. Pero sin duda, una obra de arte de principio a fin, sí que lo es.
También es una celebración y al mismo tiempo una profunda reflexión. El estilo "transformativo" de las películas de Pixar volvió a brillar, retratando con sus nítidos espejos de la imaginación la realidad que a veces se nos dificulta tanto ponderar.
A pesar del propósito editorial de este escrito, se me antoja que los distintos matices que cada uno le encuentre lo debe "uno"saborear a nivel índividual o en la intimidad familiar. Pero el film es tan multidimensional, que alcanza para mucho más, incluidas las discusiones cerebrales en cuanto a su hechura y diseño, las cuales son totalmente válidas por lo impresionante de la obra. ¿No se han escrito acaso libros solamente para analizar la Mona Lisa?
Antes que ofrecer otro apunte me gustaría resaltar que Coco, sí, es una cinta hollywoodesca que como muy pocas, le rinde directa, o indirectamente un homenaje a México y a su cultura.
La hermosa historia que crearon respecto a "la vida después de la vida" es inspiradora y reconfortante cuando el espectador se dejar llevar, sumergido por momentos, en la impresionante fantasía planteada. No hay tropiezo alguno culturalmente hablando y la música es otro gran componente de la cinta.
Un bello mosaico de sonidos mexicanos, la música de "Coco"
El tema central desde luego que es el Día de Muertos, el cual los productores enlazaron de una manera magistral y súper elocuente con el irremplazable valor de la familia, el cual toca fibras muy sensibles entre los latinoamericanos. ¿A quién quiere uno más, a sus vivos o a sus muertos?
Coco (la bisabuela) resulta ser el personaje clave en torno al cual los sentimientos de ternura, nostalgia y tristeza recaerán, pero no como el espectador podría imaginar. Y aquí tampoco se lo pensamos adelantar, a pesar de lo que por otro lado ya haya podido leer o escuchar, o de haber visto ya la película, el lector sabrá de lo que estoy hablando.
Como en toda historia ficticia, los escritores inventan a los personajes a su gusto. En este caso le toca levemente pagar los platos rotos a la abuela de Miguel, el niño protagonista que quiere ser músico -a pesar de que para toda su familia tal tema es una prohibición total, un tabú que el chiquillo no entiende. La abuela, entonces, es retratada como la prefecta "antimusical", semi-ogra, que trata por todos los medios de reprimir el amor a la música que cualquier integrante de la familia sienta y hace el papel de una matriarca que es capaz de chanclear a quien la contradiga. Pero no llega a ser la villana. Mientras disfrutaba la película en el cine Angelika, un deleite adicional fueron las risas de los niños que acudieron a la exhibición especial, sus reacciones eran espontáneas, todas positivas, a ellos les importó poco o nada si se exageró con el tema de la chancla de la abuela gruñona.
Lalo Alcaraz trabaja en la creación del film sobre el Día de Muertos de Pixar
En la tierra de los muertos, la actuación de Gael García Bernal (Héctor) es soberbia.
La película bien pudo llamarse "Calaveras" pero tal vez habría sido muy obvio, aunque en realidad no se trata de un film con calaveritas chistosas. Lo que sí debe reiterarse, por obvio que suene, es el inmenso talento de García Bernal. Si hubiese un aparato que midiera "el corazón" con el que los seres humanos hacen su trabajo, el mexicano habría sobrepasado los máximos estándares por su actuación en Coco, con todo y que es un film animado. Habría sucedido como en las Olimpiadas de Montreal, cuando Nadia Comaneci venció al marcador al lograr el primer 10 en la gimnasia.
Salud.