GRAND PRAIRIE -- El orgullo ranchero y el gusto por la balada pop coincidieron armoniosamente en el escenario la noche del último viernes de noviembre, durante la exitosa presentación de Alejandro Fernández en el Teatro Verizon de esta ciudad.
En medio de fulgurantes juegos de luces y vistiendo un elegante traje de seda azul apareció Alejandro Fernández, sonriente y dedicó en gran medida la primera parte de su show a presentar los temás más nuevos de su repertorio, interpretando con gran sentimiento sus propias versiones de "Hoy tengo ganas de ti" y "Procuro olvidarte".
Alejandro Fernández celebró a su manera, con un aire entre nostálgico y reflexivo, el cumpleaños 16 de sus hijas gemelas, y resaltó que sacrificios como ésos forman parte también de la exitosa carrera de un cantante.
La noche fue creciendo en intimidad y el público empezó cantar junto a él varios de sus éxitos, tales como "Me dediqué a perderte" y "Canta corazón".
Pero indudablemente, el momento más festivo inició con la llegada de su mariachi, instante mágico, largamente esperado, que fue precedido por la exquisitez de un solo de trompeta ejecutado de manera impecable. Después, un traje de charro, alaridos y la amplia sonrisa de Alejandro Fernández. De regreso en el escenario.
Emocionado por la algarabía que desbordó en el recinto la música de mariachi y las muestras de cariño hacia su persona, Fernández aprovechó para pedir que se siga manteniendo el orgullo por las tradiciones, en referencia a las rancheras, desde luego.
"Viva México", estalló también, con emoción, poco después.
El Potrillo fue generoso en toda la extensión de la palabra. Se multiplicó (literalmente, pues había tres pantallas en el lugar) y cantó y bailó al son de "Tantita pena", sin hacer a un lado "Como quien pierde a una estrella". Y por si todo eso fuera poco, cerró con un popurrí de éxitos de Vicente Fernández, "Por tu maldito amor" y "Mujeres divinas" llegaron con invitación especial también para la mágica noche.
"Me impresionó el concierto. Me atrevo a compararlo con el de Luis Miguel", dijo Martha García, de Dallas, visiblemente emocionada, al final de la velada.En una expresión espontánea de cariño, un caballero se paró en medio de un pasillo del teatro para gritarle, "Eres un rey, Alejandro".
En medio de fulgurantes juegos de luces y vistiendo un elegante traje de seda azul apareció Alejandro Fernández, sonriente y dedicó en gran medida la primera parte de su show a presentar los temás más nuevos de su repertorio, interpretando con gran sentimiento sus propias versiones de "Hoy tengo ganas de ti" y "Procuro olvidarte".
Alejandro Fernández celebró a su manera, con un aire entre nostálgico y reflexivo, el cumpleaños 16 de sus hijas gemelas, y resaltó que sacrificios como ésos forman parte también de la exitosa carrera de un cantante.
La noche fue creciendo en intimidad y el público empezó cantar junto a él varios de sus éxitos, tales como "Me dediqué a perderte" y "Canta corazón".
Pero indudablemente, el momento más festivo inició con la llegada de su mariachi, instante mágico, largamente esperado, que fue precedido por la exquisitez de un solo de trompeta ejecutado de manera impecable. Después, un traje de charro, alaridos y la amplia sonrisa de Alejandro Fernández. De regreso en el escenario.
Emocionado por la algarabía que desbordó en el recinto la música de mariachi y las muestras de cariño hacia su persona, Fernández aprovechó para pedir que se siga manteniendo el orgullo por las tradiciones, en referencia a las rancheras, desde luego.
"Viva México", estalló también, con emoción, poco después.
El Potrillo fue generoso en toda la extensión de la palabra. Se multiplicó (literalmente, pues había tres pantallas en el lugar) y cantó y bailó al son de "Tantita pena", sin hacer a un lado "Como quien pierde a una estrella". Y por si todo eso fuera poco, cerró con un popurrí de éxitos de Vicente Fernández, "Por tu maldito amor" y "Mujeres divinas" llegaron con invitación especial también para la mágica noche.
"Me impresionó el concierto. Me atrevo a compararlo con el de Luis Miguel", dijo Martha García, de Dallas, visiblemente emocionada, al final de la velada.
En una expresión espontánea de cariño, un caballero se paró en medio de un pasillo del teatro para gritarle, "Eres un rey, Alejandro".