Mejora actitud de latinos hacia los indocumentados

Los resultados de la encuesta más reciente del Centro Hispano Pew indican que las opiniones de los latinos sobre el impacto de la migración indocumentada en su comunidad han mejorado y coincide con niveles similares encontrados hace seis años, en 2007, al comienzo de la Gran Recesión.

El Centro Hispano Pew hizo la siguiente pregunta a 5,103 encuestados: “En general, ¿cuál es el efecto de la inmigración indocumentada en [los hispanos / latinos] que ya viven en los EU? ¿Diría que es un efecto positivo, un efecto negativo, o diría usted que no ha tenido efecto de una manera u otra?” Al parecer, entre 2007 y 2013, diversas encuestas encontraron que las opiniones de los latinos sobre la cuestión habían virado relativamente más en la columna negativa que en la actualidad. El Pew concluye que tal actitud ha mejorado.

La encuesta nacional encontró que el 45 por ciento de los hispanos respondió positivamente, el 26 por ciento respondió sin efecto, y el 21 por ciento respondió negativamente. De hecho, el 71 por ciento de los latinos opinó que la migración indocumentada tuvo un efecto positivo en sus comunidades o ningún efecto en absoluto. Sólo una minoría de los latinos, un poco más de uno de cada cinco (21 por ciento) opinó que la migración de indocumentados es una experiencia negativa para los latinos.

(Observe que el setenta y cinco por ciento (o 8.8 millones) de los aproximadamente 11.7 millones de actuales residentes indocumentados en los EU. son latinos, 2.9 millones (25 por ciento) de los indocumentados son no-latino y proceden de países fueras de América Latina. Asimismo, de todos los inmigrantes indocumentados en los EU el 52 por ciento (6.1 millones) son de México. Por lo tanto alrededor de 2.7 millones, o 23 por ciento de todos los inmigrantes indocumentados en los EU a partir de 2012 son los latinos de los países de América Latina fuera de México.—Véase, Mark Hugo López y Ana González- Barrera, Latinos’ Views of the Impact of Illegal Immigration on Their Community Improves (Washington , DC: Proyecto de Hispanic Trends del Pew Hispanic Center, 3 de octubre de 2013). Para leer una copia del informe, visite: http://www.pewhispanic.org/2013/10/03/latinos-views-of-illegal-immigrations-impact-on-their-community-improves/)

Por un lado, estos resultados nos indican que este tipo de actitudes, y los cambios de actitud, dentro de la comunidad latina en general tienden a ser conectados a grandes cambios económicos, políticos, electorales y culturales que se producen en la sociedad en general en la que los latinos están claramente integrados.

Los latinos no están exentos de los mayores niveles de tolerancia e intolerancia que resuenan con la población general, donde en un año determinado diversos intereses económicos y políticos que se oponen a la inmigración indocumentada gastan sumas millonarias en una variada gama de mensajes de propaganda cuyo objetivo es proporcionar una interminable narrativa circular que hace de los indocumentados chivos expiatorios. Estas campañas de propaganda tratan de legitimar los cientos de proyectos de ley presentados anualmente en gobiernos estatales y federal que tratan de atacar y deshumanizar a los residentes indocumentados. Sin duda, algunos segmentos de la comunidad latina tanto a nivel regional como a nivel nacional en diferentes momentos son víctimas de la influencia de esa cargada retórica ideológica.

Esta última encuesta se realizó sin el beneficio de haber probado la opinión de las comunidades negra, blanca y asiática al respecto. Si se hubiese hecho, pienso que nos encontraríamos con que los cambios de actitud en general hacia los inmigrantes indocumentados han mejorado desde el año 2007 con la población en su conjunto. Es decir, la opinión actual de los latinos sobre el tema son similares, o incluso relativamente más favorables, a las que se encuentran en la población en general.

Que los latinos de diversas generaciones y nacionalidades tienden a divergir en la cuestión de favorecer o no al inmigrante indocumentado y la migración en general, tampoco es una sorpresa. Sabemos desde hace tiempo que los latinos no son un monolito cultural o político o económico, sino todo lo contrario. Los hallazgos del Pew muestran que los dominicanos y salvadoreños en los EU sostienen mayor apoyo hacia los indocumentados, medido por sus respuestas, seguidos por los centroamericanos, mexicanos y sudamericanos.

Lo mismo sucede en el caso de los latinos si nos basamos en el grado o nivel de logro educativo. La encuesta Pew encontró que los latinos que han alcanzado un mayor grado de educación tienden a ser los menos a favor de la migración indocumentada. Los que tienen una educación secundaria ( high school) y menos tienden a favorecer a los inmigrantes indocumentados en un porcentaje significativamente más alto que los de su propia comunidad que han egresado de la universidad. Este hallazgo es preocupante.

Es evidente que los puestos de trabajo y la experiencia de la vida de los latinos que se han graduado de la escuela secundaria y los que no han logrado tanto como una educación secundaria tienen más probabilidades de ser comparables a las de los inmigrantes sin papeles, tres cuartas partes de los cuales son latinos. Latinos de Estados Unidos, cuyo nivel de educación es el de uno graduado de secundaria y / o menos tienden a trabajar al lado de los trabajadores migrantes indocumentados latinos y por lo tanto están más familiarizados a nivel personal con estos miembros de la comunidad latina en general. Del mismo modo, los latinos con estudios universitarios, por extensión, están más alejados (o al menos eso parece ser el caso) en su experiencia cotidiana de los latinos indocumentados. Para bien o para mal, estas realidades han dado forma a sus opiniones sobre el tema.

Podría decirse que el tipo de contacto diario que los latinos con menos educación tienen con la comunidad inmigrante en general, y los indocumentados en particular, tiende a humanizar a sus percepciones y actitudes sobre la cuestión. He ahí entonces su amplia solidaridad que la encuesta dice existe.

En su conjunto, los latinos con menos educación tienen una conexión estrecha, una experiencia orgánica con los indocumentados en su propia comunidad, mucho más de lo que parece ser el caso entre los que han logrado mejores oportunidades y mejorado sus circunstancias económicas y sociales por virtud de haber logrado una educación universitaria, el equivalente a una licenciatura o superior.

Este hallazgo también debe alertar a los organizadores de las comunidades latinas que queda mucho trabajo por hacer con los de sus propias comunidades que se cuentan entre los mejor educados, y lo mismo es cierto para los funcionarios latinos electos a nivel nacional que pueden hacer mucho para reducir tales brechas sociales a través de su función pública como fabricantes oficiales de opinión y de gobierno.

No es de extrañar tampoco que los cubanos en general expresen un alto nivel de desaprobación de los indocumentados, ya que como comunidad son desproporcionadamente más conservadores que otras comunidades nacionales latinas y además son desproporcionadamente mayores de edad, ricos y mejor educados que los latinos en EU en su conjunto (según datos del Censo de Estados Unidos). Como regla general, los cubanos son mucho más propensos a votar por los republicanos que demócratas, por ejemplo, otra razón detrás de sus tasas de desaprobación superiores en su conjunto que otros grupos latinos. Su desaprobación del inmigrante indocumentado tiene sus raíces en la experiencia nacional de su propio grupo en los EU desde su llegada masiva a principios de los años 1960, experiencia que exhibe un privilegio relativo a los demás latinos en términos de riqueza y educación, y su tendencia a ser de mayor edad en comparación a los demás grupos latinos estadounidenses. Los cubanoamericanos también son privilegiados con respecto a la mayoría de los otros grupos de latinos en Estados Unidos, con la posible excepción de los puertorriqueños, ya que no tienen que lidiar con la situación de indocumentados una vez que han llegado a los EU.

En cambio, como se sabe, una vez que los cubanos han puesto pie en territorio estadounidense son elegibles para solicitar (y típicamente recibir) el estatus de refugiado (una política descendida de la Guerra Fría de Estados Unidos hacia el Estado cubano después de 1959) y en ella se pueden beneficiar de la ayuda que no se le concede a la mayoría de los otros grupos latinos, excepto los puertorriqueños. Para los residentes indocumentados latinos de los EU las opciones relativas a la ciudadanía a disposición de los cubanos y los puertorriqueños en mayor parte no existen. Por así decir, es raro el cubano o boricua indocumentado en este país. Técnicamente hablando son casi una imposibilidad legal dado las circunstancias actuales.

Este trato variado vis-à-vis el estado explica también cómo es que los puertorriqueños y cubanos en la última encuesta de Pew son los menos probables en pensar que el migrante indocumentado afecte positivamente a la comunidad latina. Por el contrario, cuando se mudan a este país los cubanos y boricuas son considerados respectivamente refugiados (una vez llegan al territorio de EU) y ciudadanos. Quienes son categorizados de refugiados tienen el derecho a solicitar la ciudadanía de acuerdo protocolos conocidos. Se trata de una legitimación de la ciudadanía - la concesión de privilegios cívicos plenos. El peso de esta experiencia histórica parece tener un efecto en cuestiones como la que planteó la última encuesta de Pew. La tendencia es hacia una divergencia lejos de apoyar a una unidad más sólida entre las comunidades latinas dispares en temas como la migración indocumentada. Como latinos, básicamente, hemos experimentado diferentes historias hacia y dentro de los Estados Unidos, y esto sigue ocurriendo hoy en día. Y siendo experiencias reales, concretas, estas afectan a nuestras respectivas maneras de ver dados temas. No siempre estaremos de acuerdo en todo, aunque en otras ocasiones lograremos hacerlo más y no menos.

Por último, podría ser que las diferencias obtenidas en las respuestas sean en parte atribuibles a la manera en que la pregunta se presenta en la encuesta, de que sean atribuibles a un problema metodológico. Porque la manera en que uno estructura cada pregunta influirá invariablemente el resultado de las respuestas dadas en esta y todas las demás encuestas.

Pero en general, y seamos claros, los resultados son favorables. Indican que la comunidad latina en su conjunto ha estado atenta a la cuestión de la migración en general, y ha prestado especial atención a este segmento -los indocumentados- segmento de la comunidad que experimenta acceso mínimo a los derechos civiles y humanos en nuestra sociedad. Y esto sucede en una época de grandes ataques históricos e histriónicos dirigidos a estos segmentos menos defendidos de nuestras comunidades. Los latinos han demostrado poder defenderse y tomar una postura decidida en favor de la protección de los derechos de todos los latinos y todos los inmigrantes sean éstos documentados o no. Este es un momento de gran esperanza y combatividad y los latinos no van a recibir tales ataques sin actuar en su propia defensa, estrategia que seguido involucra tomar la ofensiva, actuar de forma proactiva, que constituye elaborar lucha social.

Tenemos una incoherencia importante en el ámbito nacional como lo es tener un presidente demócrata que pronto supervisará la deportación de más de dos millones de inmigrantes (entre 2008 y 2013 o sea su primer y segunda vuelta administrativa), y tal suma de migrantes deportados constituye ser la más elevada de cualquier otro presidente en la historia del país. Y él es el primer presidente afroamericano también. Y ganó su primer y segundo turno presidencial con el apoyo contundente electoral de la comunidad latina estadounidense. Esta historia no debería estar sucediendo, pero así sucede. Esto es una farsa, una vergüenza, y una tragedia. Y es crítica que se le levanta a este presidente, su administración y partido. Del otro partido nada se puede esperar al respecto, peores políticas nos aguardan ahí. En voz alta, todos juntos: ¡Alto a las deportaciones!

Entre los latinos existe un reconocimiento general de que nuestros derechos deben ser defendidos a todo costo y estos incluyen los de los indocumentados porque si no fuera por la gracia de Dios los afectados seríamos usted y yo, nuestros parientes, padres, seres queridos y antepasados.

Latinos desean y favorecen una resolución de la política migratoria -la ciudadanía- que emita una resolución oportuna, barata y no punitiva. El congreso federal ha fallado en hacerlo hasta la fecha. De hecho han actuado al contrario. De esto los latinos también son conscientes, y tal efecto está marcado en las respuestas observadas en la última encuesta de Pew. Latinos quieren que sus derechos civiles y humanos sean validados, y quieren que esto se haga de la manera más rápida y más humana posible. Se busca una política netamente progresista. Una política que refleje los acuerdos internacionales aprobados al respecto en las resoluciones universales de las Naciones Unidas por este país y otros. Derechos humanos. Esta es la urgencia, este es el reto, el programa de política que se requiere. Los latinos están aquí para quedarse, y no nos vamos a ir, consigna que seguido se escucha en las marchas y manifestaciones de derechos civiles y la migración: “¡Aquí estamos y no nos vamos!” Y los latinos quieren votar. Deben votar. Tienen que votar porque así se gana la representación política necesaria para ganarse su interés económico, social, cultural y demás, igual que cualquier otra persona en este país. La búsqueda por la igualdad social exige que se haga. Esta jornada de lucha se hecha en pie con la ciudadanía. El que vota gana, el que no pierde.

En el futuro ausente una resolución a corto plazo de la situación de los indocumentados en nuestra formulación de una política migratoria, seguiremos viendo el número de latinos que favorecen al indocumentado siendo alto e incluso hasta veremos crecer esta cifra más allá de los números identificados en este último sondeo. Latinos y otros deben ser conscientes de que hay conservadores genuinos en las filas de las comunidades latinas, divididas por clase, educación, origen nacional, idioma, generación, etcétera, que seguirán oponiéndose a sus propios hermanos y hermanas latinas/os. Su solidaridad se pierde y desperdicia en equis direcciones. Este segmento tiende apoyar políticas anti-inmigrantes del partido republicano y vota de manera correspondiente. Es un segmento altamente individualista y enemigo de la competencia que representa el vigor, juventud y talento de los inmigrantes, aunque de ahí ellos mismos hayan surgido no hace tanto tiempo en el pasado inmediato. Y este segmento constituye en cualquier lugar entre 20 a 30 por ciento (más o menos) de la comunidad latina en general y de su fuerza electoral. Por lo que su continua oposición no es una sorpresa tampoco. Y este segmento de la comunidad latina estadounidense en su conjunto tiende a ser más rica, mejor educada y más vieja que los promedios nacionales existentes para la comunidad latina en general. También tiende haber vivido por varias generaciones en este país y tiende a ser un segmento compuesto por quienes ya obtuvieron su ciudadanía. Eso, en breve, tiende a alejarlos de la realidad de los más indefensos y vulnerables entre nosotros, los indocumentados, los recién llegados (o no tan recién llegados cual sea el caso).

Por lo tanto, para las organizaciones que trabajan a favor de los indocumentados, aún queda mucho trabajo por hacer. En efecto, el trabajo nunca está terminado. La lucha por sus derechos civiles e humanos también ha sido parte de la larga experiencia latina en la historia de este país, que surgió como un poder imperial en el mundo a partir de la segunda mitad del siglo XIX. La lucha nace en base de guerras que el pueblo de hoy frecuentemente ya olvidó y forma parte de una historia que seguido nos elude en el abismo del olvido. Pero el imperio nunca olvida y siempre busca su propia ventaja en todo juego sea de ajedrez o geopolítica. Las fronteras y soberanías van y vienen. Igual los imperios habrá que decir. Pero la gente sigue naciendo, sigue buscando, sigue migrando, sigue luchando. Y forma parte de algo mucho más grande. Se forja, se inventa, se atreve insinuarse en el futuro. Le llamamos humanidad. Solidaridad su apellido. 

Roberto R. Calderón es historiador y catedrático en la Universidad del Norte de Texas

 

 

El Centro Hispano Pew hizo la siguiente pregunta a 5,103 encuestados: “En general, ¿cuál es el efecto de la inmigración indocumentada en [los hispanos / latinos] que ya viven en los EU? ¿Diría que es un efecto positivo, un efecto negativo, o diría usted que no ha tenido efecto de una manera u otra?” Al parecer, entre 2007 y 2013, diversas encuestas encontraron que las opiniones de los latinos sobre la cuestión habían virado relativamente más en la columna negativa que en la actualidad. El Pew concluye que tal actitud ha mejorado.

La encuesta nacional encontró que el 45 por ciento de los hispanos respondió positivamente, el 26 por ciento respondió sin efecto, y el 21 por ciento respondió negativamente. De hecho, el 71 por ciento de los latinos opinó que la migración indocumentada tuvo un efecto positivo en sus comunidades o ningún efecto en absoluto. Sólo una minoría de los latinos, un poco más de uno de cada cinco (21 por ciento) opinó que la migración de indocumentados es una experiencia negativa para los latinos.

(Observe que el setenta y cinco por ciento (o 8.8 millones) de los aproximadamente 11.7 millones de actuales residentes indocumentados en los EU. son latinos, 2.9 millones (25 por ciento) de los indocumentados son no-latino y proceden de países fueras de América Latina. Asimismo, de todos los inmigrantes indocumentados en los EU el 52 por ciento (6.1 millones) son de México. Por lo tanto alrededor de 2.7 millones, o 23 por ciento de todos los inmigrantes indocumentados en los EU a partir de 2012 son los latinos de los países de América Latina fuera de México.—Véase, Mark Hugo López y Ana González- Barrera, Latinos’ Views of the Impact of Illegal Immigration on Their Community Improves (Washington , DC: Proyecto de Hispanic Trends del Pew Hispanic Center, 3 de octubre de 2013). Para leer una copia del informe, visite: http://www.pewhispanic.org/2013/10/03/latinos-views-of-illegal-immigrations-impact-on-their-community-improves/)

Por un lado, estos resultados nos indican que este tipo de actitudes, y los cambios de actitud, dentro de la comunidad latina en general tienden a ser conectados a grandes cambios económicos, políticos, electorales y culturales que se producen en la sociedad en general en la que los latinos están claramente integrados.

Los latinos no están exentos de los mayores niveles de tolerancia e intolerancia que resuenan con la población general, donde en un año determinado diversos intereses económicos y políticos que se oponen a la inmigración indocumentada gastan sumas millonarias en una variada gama de mensajes de propaganda cuyo objetivo es proporcionar una interminable narrativa circular que hace de los indocumentados chivos expiatorios. Estas campañas de propaganda tratan de legitimar los cientos de proyectos de ley presentados anualmente en gobiernos estatales y federal que tratan de atacar y deshumanizar a los residentes indocumentados. Sin duda, algunos segmentos de la comunidad latina tanto a nivel regional como a nivel nacional en diferentes momentos son víctimas de la influencia de esa cargada retórica ideológica.

Esta última encuesta se realizó sin el beneficio de haber probado la opinión de las comunidades negra, blanca y asiática al respecto. Si se hubiese hecho, pienso que nos encontraríamos con que los cambios de actitud en general hacia los inmigrantes indocumentados han mejorado desde el año 2007 con la población en su conjunto. Es decir, la opinión actual de los latinos sobre el tema son similares, o incluso relativamente más favorables, a las que se encuentran en la población en general.

Que los latinos de diversas generaciones y nacionalidades tienden a divergir en la cuestión de favorecer o no al inmigrante indocumentado y la migración en general, tampoco es una sorpresa. Sabemos desde hace tiempo que los latinos no son un monolito cultural o político o económico, sino todo lo contrario. Los hallazgos del Pew muestran que los dominicanos y salvadoreños en los EU sostienen mayor apoyo hacia los indocumentados, medido por sus respuestas, seguidos por los centroamericanos, mexicanos y sudamericanos.

Lo mismo sucede en el caso de los latinos si nos basamos en el grado o nivel de logro educativo. La encuesta Pew encontró que los latinos que han alcanzado un mayor grado de educación tienden a ser los menos a favor de la migración indocumentada. Los que tienen una educación secundaria ( high school) y menos tienden a favorecer a los inmigrantes indocumentados en un porcentaje significativamente más alto que los de su propia comunidad que han egresado de la universidad. Este hallazgo es preocupante.

Es evidente que los puestos de trabajo y la experiencia de la vida de los latinos que se han graduado de la escuela secundaria y los que no han logrado tanto como una educación secundaria tienen más probabilidades de ser comparables a las de los inmigrantes sin papeles, tres cuartas partes de los cuales son latinos. Latinos de Estados Unidos, cuyo nivel de educación es el de uno graduado de secundaria y / o menos tienden a trabajar al lado de los trabajadores migrantes indocumentados latinos y por lo tanto están más familiarizados a nivel personal con estos miembros de la comunidad latina en general. Del mismo modo, los latinos con estudios universitarios, por extensión, están más alejados (o al menos eso parece ser el caso) en su experiencia cotidiana de los latinos indocumentados. Para bien o para mal, estas realidades han dado forma a sus opiniones sobre el tema.

Podría decirse que el tipo de contacto diario que los latinos con menos educación tienen con la comunidad inmigrante en general, y los indocumentados en particular, tiende a humanizar a sus percepciones y actitudes sobre la cuestión. He ahí entonces su amplia solidaridad que la encuesta dice existe.

En su conjunto, los latinos con menos educación tienen una conexión estrecha, una experiencia orgánica con los indocumentados en su propia comunidad, mucho más de lo que parece ser el caso entre los que han logrado mejores oportunidades y mejorado sus circunstancias económicas y sociales por virtud de haber logrado una educación universitaria, el equivalente a una licenciatura o superior.

Este hallazgo también debe alertar a los organizadores de las comunidades latinas que queda mucho trabajo por hacer con los de sus propias comunidades que se cuentan entre los mejor educados, y lo mismo es cierto para los funcionarios latinos electos a nivel nacional que pueden hacer mucho para reducir tales brechas sociales a través de su función pública como fabricantes oficiales de opinión y de gobierno.

No es de extrañar tampoco que los cubanos en general expresen un alto nivel de desaprobación de los indocumentados, ya que como comunidad son desproporcionadamente más conservadores que otras comunidades nacionales latinas y además son desproporcionadamente mayores de edad, ricos y mejor educados que los latinos en EU en su conjunto (según datos del Censo de Estados Unidos). Como regla general, los cubanos son mucho más propensos a votar por los republicanos que demócratas, por ejemplo, otra razón detrás de sus tasas de desaprobación superiores en su conjunto que otros grupos latinos. Su desaprobación del inmigrante indocumentado tiene sus raíces en la experiencia nacional de su propio grupo en los EU desde su llegada masiva a principios de los años 1960, experiencia que exhibe un privilegio relativo a los demás latinos en términos de riqueza y educación, y su tendencia a ser de mayor edad en comparación a los demás grupos latinos estadounidenses. Los cubanoamericanos también son privilegiados con respecto a la mayoría de los otros grupos de latinos en Estados Unidos, con la posible excepción de los puertorriqueños, ya que no tienen que lidiar con la situación de indocumentados una vez que han llegado a los EU.

En cambio, como se sabe, una vez que los cubanos han puesto pie en territorio estadounidense son elegibles para solicitar (y típicamente recibir) el estatus de refugiado (una política descendida de la Guerra Fría de Estados Unidos hacia el Estado cubano después de 1959) y en ella se pueden beneficiar de la ayuda que no se le concede a la mayoría de los otros grupos latinos, excepto los puertorriqueños. Para los residentes indocumentados latinos de los EU las opciones relativas a la ciudadanía a disposición de los cubanos y los puertorriqueños en mayor parte no existen. Por así decir, es raro el cubano o boricua indocumentado en este país. Técnicamente hablando son casi una imposibilidad legal dado las circunstancias actuales.

Este trato variado vis-à-vis el estado explica también cómo es que los puertorriqueños y cubanos en la última encuesta de Pew son los menos probables en pensar que el migrante indocumentado afecte positivamente a la comunidad latina. Por el contrario, cuando se mudan a este país los cubanos y boricuas son considerados respectivamente refugiados (una vez llegan al territorio de EU) y ciudadanos. Quienes son categorizados de refugiados tienen el derecho a solicitar la ciudadanía de acuerdo protocolos conocidos. Se trata de una legitimación de la ciudadanía - la concesión de privilegios cívicos plenos. El peso de esta experiencia histórica parece tener un efecto en cuestiones como la que planteó la última encuesta de Pew. La tendencia es hacia una divergencia lejos de apoyar a una unidad más sólida entre las comunidades latinas dispares en temas como la migración indocumentada. Como latinos, básicamente, hemos experimentado diferentes historias hacia y dentro de los Estados Unidos, y esto sigue ocurriendo hoy en día. Y siendo experiencias reales, concretas, estas afectan a nuestras respectivas maneras de ver dados temas. No siempre estaremos de acuerdo en todo, aunque en otras ocasiones lograremos hacerlo más y no menos.

Por último, podría ser que las diferencias obtenidas en las respuestas sean en parte atribuibles a la manera en que la pregunta se presenta en la encuesta, de que sean atribuibles a un problema metodológico. Porque la manera en que uno estructura cada pregunta influirá invariablemente el resultado de las respuestas dadas en esta y todas las demás encuestas.

Pero en general, y seamos claros, los resultados son favorables. Indican que la comunidad latina en su conjunto ha estado atenta a la cuestión de la migración en general, y ha prestado especial atención a este segmento -los indocumentados- segmento de la comunidad que experimenta acceso mínimo a los derechos civiles y humanos en nuestra sociedad. Y esto sucede en una época de grandes ataques históricos e histriónicos dirigidos a estos segmentos menos defendidos de nuestras comunidades. Los latinos han demostrado poder defenderse y tomar una postura decidida en favor de la protección de los derechos de todos los latinos y todos los inmigrantes sean éstos documentados o no. Este es un momento de gran esperanza y combatividad y los latinos no van a recibir tales ataques sin actuar en su propia defensa, estrategia que seguido involucra tomar la ofensiva, actuar de forma proactiva, que constituye elaborar lucha social.

Tenemos una incoherencia importante en el ámbito nacional como lo es tener un presidente demócrata que pronto supervisará la deportación de más de dos millones de inmigrantes (entre 2008 y 2013 o sea su primer y segunda vuelta administrativa), y tal suma de migrantes deportados constituye ser la más elevada de cualquier otro presidente en la historia del país. Y él es el primer presidente afroamericano también. Y ganó su primer y segundo turno presidencial con el apoyo contundente electoral de la comunidad latina estadounidense. Esta historia no debería estar sucediendo, pero así sucede. Esto es una farsa, una vergüenza, y una tragedia. Y es crítica que se le levanta a este presidente, su administración y partido. Del otro partido nada se puede esperar al respecto, peores políticas nos aguardan ahí. En voz alta, todos juntos: ¡Alto a las deportaciones!

Entre los latinos existe un reconocimiento general de que nuestros derechos deben ser defendidos a todo costo y estos incluyen los de los indocumentados porque si no fuera por la gracia de Dios los afectados seríamos usted y yo, nuestros parientes, padres, seres queridos y antepasados.

Latinos desean y favorecen una resolución de la política migratoria -la ciudadanía- que emita una resolución oportuna, barata y no punitiva. El congreso federal ha fallado en hacerlo hasta la fecha. De hecho han actuado al contrario. De esto los latinos también son conscientes, y tal efecto está marcado en las respuestas observadas en la última encuesta de Pew. Latinos quieren que sus derechos civiles y humanos sean validados, y quieren que esto se haga de la manera más rápida y más humana posible. Se busca una política netamente progresista. Una política que refleje los acuerdos internacionales aprobados al respecto en las resoluciones universales de las Naciones Unidas por este país y otros. Derechos humanos. Esta es la urgencia, este es el reto, el programa de política que se requiere. Los latinos están aquí para quedarse, y no nos vamos a ir, consigna que seguido se escucha en las marchas y manifestaciones de derechos civiles y la migración: “¡Aquí estamos y no nos vamos!” Y los latinos quieren votar. Deben votar. Tienen que votar porque así se gana la representación política necesaria para ganarse su interés económico, social, cultural y demás, igual que cualquier otra persona en este país. La búsqueda por la igualdad social exige que se haga. Esta jornada de lucha se hecha en pie con la ciudadanía. El que vota gana, el que no pierde.

En el futuro ausente una resolución a corto plazo de la situación de los indocumentados en nuestra formulación de una política migratoria, seguiremos viendo el número de latinos que favorecen al indocumentado siendo alto e incluso hasta veremos crecer esta cifra más allá de los números identificados en este último sondeo. Latinos y otros deben ser conscientes de que hay conservadores genuinos en las filas de las comunidades latinas, divididas por clase, educación, origen nacional, idioma, generación, etcétera, que seguirán oponiéndose a sus propios hermanos y hermanas latinas/os. Su solidaridad se pierde y desperdicia en equis direcciones. Este segmento tiende apoyar políticas anti-inmigrantes del partido republicano y vota de manera correspondiente. Es un segmento altamente individualista y enemigo de la competencia que representa el vigor, juventud y talento de los inmigrantes, aunque de ahí ellos mismos hayan surgido no hace tanto tiempo en el pasado inmediato. Y este segmento constituye en cualquier lugar entre 20 a 30 por ciento (más o menos) de la comunidad latina en general y de su fuerza electoral. Por lo que su continua oposición no es una sorpresa tampoco. Y este segmento de la comunidad latina estadounidense en su conjunto tiende a ser más rica, mejor educada y más vieja que los promedios nacionales existentes para la comunidad latina en general. También tiende haber vivido por varias generaciones en este país y tiende a ser un segmento compuesto por quienes ya obtuvieron su ciudadanía. Eso, en breve, tiende a alejarlos de la realidad de los más indefensos y vulnerables entre nosotros, los indocumentados, los recién llegados (o no tan recién llegados cual sea el caso).

Por lo tanto, para las organizaciones que trabajan a favor de los indocumentados, aún queda mucho trabajo por hacer. En efecto, el trabajo nunca está terminado. La lucha por sus derechos civiles e humanos también ha sido parte de la larga experiencia latina en la historia de este país, que surgió como un poder imperial en el mundo a partir de la segunda mitad del siglo XIX. La lucha nace en base de guerras que el pueblo de hoy frecuentemente ya olvidó y forma parte de una historia que seguido nos elude en el abismo del olvido. Pero el imperio nunca olvida y siempre busca su propia ventaja en todo juego sea de ajedrez o geopolítica. Las fronteras y soberanías van y vienen. Igual los imperios habrá que decir. Pero la gente sigue naciendo, sigue buscando, sigue migrando, sigue luchando. Y forma parte de algo mucho más grande. Se forja, se inventa, se atreve insinuarse en el futuro. Le llamamos humanidad. Solidaridad su apellido. 

Roberto R. Calderón es historiador y catedrático en la Universidad del Norte de Texas