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El Presidente le da la espalda al Evangelio

El Presidente le da la espalda al Evangelio

La forma más clara de hipocresía y rechazo al Evangelio Cristiano (Cristiano es un derivado de Cristo) es lo que hizo el Presidente en medio de los huevos y conejos de Pascua en la Casa Blanca el pasado domingo, al afirmar sin el menor asomo de preocupación que “DACA está muerto”. No dijo que está moribundo o le falta oxígeno: No. Simplemente se limitó a indicar que está muerto sin esperanza de resurrección.

El día en que a nivel mundial se abogaba por la unidad, la esperanza, la compasión y la caridad, el Primer Mandatario se encargó de terminar con las pocas esperanzas que les quedaban a más de 800 mil jóvenes y sus respectivas familias de que su situación migratoria se regularizara con su intervención.

El Presidente siguió al pie de la letra, la tradición que surgió en este país antes de la Guerra Civil con los que hablaban de libertad y apoyaban la esclavitud. (La mayoría de los clérigos Evangélicos del Sur de Estados Unidos defendían la libertad y al mismo tiempo utilizaban la Biblia para justificar la esclavitud de los negros.) Esa misma tradición de hipocresía, continuó con la aprobación de leyes que justificaban la segregación y exclusión de personas consideradas “peligrosas y diferentes”.

Hoy en día, la tradición de darle la espalda al contenido en el Evangelio Cristiano y practicar la hipocresía está muy bien representada por el Presidente que a pesar de reconocer que sus ancestros también fueron extraños en esta tierra se empeña en excluir a un grupo que llegaron muchos antes que ellos.

El mandatario habla de unidad ante sus seguidores y sigue empeñado en construir un muro para dividir a dos países que por razones históricas y geográficas siempre van a estar unidos. (Alguien que le explique que Estados Unidos es lo que es, gracias a la riqueza de las tierras que se agandalló del país vecino.)

Habla del amor y del orgullo que siente por sus hijos y su familia pero no tiene empacho en tender una maraña de angustiosa espera y juega con los sentimientos de cientos de miles de familias que siguen confiando en que un día su Fe Cristiana renacerá en su corazón y se convertirá en un hombre nuevo que los va ayudar y defender, hasta ahora ha probado ser todo lo contrario.

Pregona la importancia de la salud y el combate contra enfermedades y sigue intentando eliminar la reforma de salud más importante que se ha dado en los últimos 50 años y que gracias a ella, millones de personas tienen por primera vez acceso a servicios de salud.

Se vanagloria de ser una buena persona que apoya la paz, mientras se prepara para la guerra con una inversión de 600 billones de dólares en nuevo armamento aéreo y nuclear para combatir a enemigos distantes. Para él la inversión en más instituciones educativas y apoyo a las deudas de los estudiantes son “cosas privadas”.

El Cristianismo que según él defiende y representa ordena: “Amar a los pobres”. La última vez que revisé las leyes y reglamentos que ha firmado hasta ahora, se caracterizan por favorecer al que más tiene y regresar a la época en que los “tiburones” de la Bolsa de Valores, junto con los bancos e Instituciones Financieras podían hacer con los consumidores lo que quisieran sin sufrir ninguna consecuencia.

DACA es un programa que permite a los jóvenes que fueron traídos de niños a este país trabajar y tener otros beneficios. El futuro de este programa se decidirá en un tribunal federal. La esperanza de que el Presidente hiciera algo para salvarlo se acabó el Domingo de Pascua.

El día en que a nivel mundial se abogaba por la unidad, la esperanza, la compasión y la caridad, el Primer Mandatario se encargó de terminar con las pocas esperanzas que les quedaban a más de 800 mil jóvenes y sus respectivas familias de que su situación migratoria se regularizara con su intervención.

El Presidente siguió al pie de la letra, la tradición que surgió en este país antes de la Guerra Civil con los que hablaban de libertad y apoyaban la esclavitud. (La mayoría de los clérigos Evangélicos del Sur de Estados Unidos defendían la libertad y al mismo tiempo utilizaban la Biblia para justificar la esclavitud de los negros.) Esa misma tradición de hipocresía, continuó con la aprobación de leyes que justificaban la segregación y exclusión de personas consideradas “peligrosas y diferentes”.

Hoy en día, la tradición de darle la espalda al contenido en el Evangelio Cristiano y practicar la hipocresía está muy bien representada por el Presidente que a pesar de reconocer que sus ancestros también fueron extraños en esta tierra se empeña en excluir a un grupo que llegaron muchos antes que ellos.

El mandatario habla de unidad ante sus seguidores y sigue empeñado en construir un muro para dividir a dos países que por razones históricas y geográficas siempre van a estar unidos. (Alguien que le explique que Estados Unidos es lo que es, gracias a la riqueza de las tierras que se agandalló del país vecino.)

Habla del amor y del orgullo que siente por sus hijos y su familia pero no tiene empacho en tender una maraña de angustiosa espera y juega con los sentimientos de cientos de miles de familias que siguen confiando en que un día su Fe Cristiana renacerá en su corazón y se convertirá en un hombre nuevo que los va ayudar y defender, hasta ahora ha probado ser todo lo contrario.

Pregona la importancia de la salud y el combate contra enfermedades y sigue intentando eliminar la reforma de salud más importante que se ha dado en los últimos 50 años y que gracias a ella, millones de personas tienen por primera vez acceso a servicios de salud.

Se vanagloria de ser una buena persona que apoya la paz, mientras se prepara para la guerra con una inversión de 600 billones de dólares en nuevo armamento aéreo y nuclear para combatir a enemigos distantes. Para él la inversión en más instituciones educativas y apoyo a las deudas de los estudiantes son “cosas privadas”.

El Cristianismo que según él defiende y representa ordena: “Amar a los pobres”. La última vez que revisé las leyes y reglamentos que ha firmado hasta ahora, se caracterizan por favorecer al que más tiene y regresar a la época en que los “tiburones” de la Bolsa de Valores, junto con los bancos e Instituciones Financieras podían hacer con los consumidores lo que quisieran sin sufrir ninguna consecuencia.

DACA es un programa que permite a los jóvenes que fueron traídos de niños a este país trabajar y tener otros beneficios. El futuro de este programa se decidirá en un tribunal federal. La esperanza de que el Presidente hiciera algo para salvarlo se acabó el Domingo de Pascua.