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La función del periodismo es la búsqueda de la verdad

La función del periodismo es la búsqueda de la verdad

La función del verdadero periodismo es la búsqueda de la verdad y exponerla sin pensar en las consecuencias...

Estados Unidos es uno de los países donde se puede ejercer con mayor libertad esta profesión, lo digo por experiencia. Una aguda crítica a un presidente mexicano me costó un empleo estable en una estación de radio mexicana. Esa experiencia lejos de amedrentarme robusteció mi empeño de darles a las personas todo tipo de información que al final se traduce en poder. Poder que a muchos no les conviene que ustedes tengan.

Les voy a dar un ejemplo. Las empresas farmacéuticas en este país no les conviene que se sepa que tienen un gran poder con los políticos y con una de las agencias que tiene que ver mucho con nuestra salud y bienestar, se trata de la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés). Esta agencia es la que se encarga de aprobar todos los medicamentos que salen al mercado, entre otras cosas.

El grave problema para nosotros, es que el objetivo principal de estas empresas farmacéuticas no es hacer más accesibles los medicamentos o sacar del mercado los medicamentos que tienen el potencial de hacernos más daños que beneficio. Su función es aumentar al máximo sus ganancias para ellos y para sus socios.

Muy poco se habla en los medios de comunicación de las cantidades vergonzantes que estas compañías ponen en los bolsillos de los políticos de los dos partidos durante sus campañas. Tampoco se denuncia la persecución que sufren algunos doctores por atreverse a rechazar muchos medicamentes y recomendar curas alternativas a sus pacientes. El negocio y el objetivo de estas empresas multibillonarias es que nadie cuestione sus prácticas de mercado y los médicos sigan siendo sus principales distribuidores de cada medicamento que sacan al mercado.

Un ejemplo: digamos que mañana una de estas empresas dice: "Hemos descubierto una pastilla más eficaz para el dolor de rodilla". Por señalar una parte del cuerpo. Ese anuncio junto con la aprobación de la FDA para que salga a la venta de inmediato, provoca un alza inmediata en el valor de sus acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York. Meses después, como ha sucedido tantas veces, se descubre que los efectos secundarios de esta pastilla son peores que sus beneficios. ¿Cómo lo descubrieron? Por el número de personas que murieron o que quedaron afectadas para toda la vida a causa de la "nueva medicina". Para ellos poco importa porque ya obtuvieron millones en la venta de ese medicamento.

Estas empresas gastan millones de dólares en publicidad en los medios, de ahí que muy poco se escuche de las víctimas de los medicamentos que sacan, con la aprobación del gobierno, al mercado y que tanto dañan causan al organismo humano.

La buena noticia y los héroes de esta historia, son los médicos, los doctores, los trabajadores de la salud que antes de recetar la pastilla que quita el dolor se empeñan en educar al paciente sobre los efectos secundarios del medicamento que van a recibir. Estos profesionales, ha sido mi experiencia, los que más trabajan en clínicas de nuestros barrios.

Hombres y mujeres que se toman el tiempo de explicarnos que la mejor medicina es nuestro alimento. Los que nos miran a los ojos y se acuerdan de nuestro nombre y nos aseguran que la mejor manera de evitar un ataque cardiaco es caminar una hora todos los días y que el diabetes se controla mejor cuando se baja de peso.

Son los que se asocian con otros médicos y juntos hacen campaña contra la obesidad y la diabetes. Esto debo decir es también un tipo de periodismo. Ellos exponen la verdad. Son los que insisten en disminuirle el medicamento y le hacen conciencia de que las tortillas no son su mejor alimento. Son los doctores que se resisten a la seducción de los regalos y los viajes de las poderosas empresas farmacéuticas para "compartirles" los nuevos medicamentos. Son los doctores que se preocupan realmente por la salud del paciente.

Todos conocemos a algún doctor que también ejerce esa función de información. Que nos da poder con ese conocimiento. Yo he tenido el privilegio de conocer y entrevistar a muchos. Algunos, estoy segura, al final de su carrera se tomarán el tiempo para narrar su lucha contra el monopolio farmacéutico. Por ahora, nos toca a nosotros estar alertas. Antes de ingerir un medicamento, tómense un minuto para entender los efectos secundarios que produce esta medicina. Por ley, deben estar escritos en el frasco. Como están las cosas ahora en Washington, donde el poder de estas empresas multibillonarias se ha robustecido, no les sorprenda que esa información, dentro de poco, va aparecer en letras más pequeñas, casi invisibles, para que pase desapercibida por el consumidor.

Estados Unidos es uno de los países donde se puede ejercer con mayor libertad esta profesión, lo digo por experiencia. Una aguda crítica a un presidente mexicano me costó un empleo estable en una estación de radio mexicana. Esa experiencia lejos de amedrentarme robusteció mi empeño de darles a las personas todo tipo de información que al final se traduce en poder. Poder que a muchos no les conviene que ustedes tengan.

Les voy a dar un ejemplo. Las empresas farmacéuticas en este país no les conviene que se sepa que tienen un gran poder con los políticos y con una de las agencias que tiene que ver mucho con nuestra salud y bienestar, se trata de la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés). Esta agencia es la que se encarga de aprobar todos los medicamentos que salen al mercado, entre otras cosas.

El grave problema para nosotros, es que el objetivo principal de estas empresas farmacéuticas no es hacer más accesibles los medicamentos o sacar del mercado los medicamentos que tienen el potencial de hacernos más daños que beneficio. Su función es aumentar al máximo sus ganancias para ellos y para sus socios.

Muy poco se habla en los medios de comunicación de las cantidades vergonzantes que estas compañías ponen en los bolsillos de los políticos de los dos partidos durante sus campañas. Tampoco se denuncia la persecución que sufren algunos doctores por atreverse a rechazar muchos medicamentes y recomendar curas alternativas a sus pacientes. El negocio y el objetivo de estas empresas multibillonarias es que nadie cuestione sus prácticas de mercado y los médicos sigan siendo sus principales distribuidores de cada medicamento que sacan al mercado.

Un ejemplo: digamos que mañana una de estas empresas dice: "Hemos descubierto una pastilla más eficaz para el dolor de rodilla". Por señalar una parte del cuerpo. Ese anuncio junto con la aprobación de la FDA para que salga a la venta de inmediato, provoca un alza inmediata en el valor de sus acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York. Meses después, como ha sucedido tantas veces, se descubre que los efectos secundarios de esta pastilla son peores que sus beneficios. ¿Cómo lo descubrieron? Por el número de personas que murieron o que quedaron afectadas para toda la vida a causa de la "nueva medicina". Para ellos poco importa porque ya obtuvieron millones en la venta de ese medicamento.

Estas empresas gastan millones de dólares en publicidad en los medios, de ahí que muy poco se escuche de las víctimas de los medicamentos que sacan, con la aprobación del gobierno, al mercado y que tanto dañan causan al organismo humano.

La buena noticia y los héroes de esta historia, son los médicos, los doctores, los trabajadores de la salud que antes de recetar la pastilla que quita el dolor se empeñan en educar al paciente sobre los efectos secundarios del medicamento que van a recibir. Estos profesionales, ha sido mi experiencia, los que más trabajan en clínicas de nuestros barrios.

Hombres y mujeres que se toman el tiempo de explicarnos que la mejor medicina es nuestro alimento. Los que nos miran a los ojos y se acuerdan de nuestro nombre y nos aseguran que la mejor manera de evitar un ataque cardiaco es caminar una hora todos los días y que el diabetes se controla mejor cuando se baja de peso.

Son los que se asocian con otros médicos y juntos hacen campaña contra la obesidad y la diabetes. Esto debo decir es también un tipo de periodismo. Ellos exponen la verdad. Son los que insisten en disminuirle el medicamento y le hacen conciencia de que las tortillas no son su mejor alimento. Son los doctores que se resisten a la seducción de los regalos y los viajes de las poderosas empresas farmacéuticas para "compartirles" los nuevos medicamentos. Son los doctores que se preocupan realmente por la salud del paciente.

Todos conocemos a algún doctor que también ejerce esa función de información. Que nos da poder con ese conocimiento. Yo he tenido el privilegio de conocer y entrevistar a muchos. Algunos, estoy segura, al final de su carrera se tomarán el tiempo para narrar su lucha contra el monopolio farmacéutico. Por ahora, nos toca a nosotros estar alertas. Antes de ingerir un medicamento, tómense un minuto para entender los efectos secundarios que produce esta medicina. Por ley, deben estar escritos en el frasco. Como están las cosas ahora en Washington, donde el poder de estas empresas multibillonarias se ha robustecido, no les sorprenda que esa información, dentro de poco, va aparecer en letras más pequeñas, casi invisibles, para que pase desapercibida por el consumidor.