Dura lección: Un descuido que pudo ser mayúsculo

DALLAS -- El Facebook fue el primer desahogo para José Rodríguez al notar que su camioneta no estaba en la calle frente a su vivienda, la mañana del viernes, cuando salía hacia Sam's a comprar lo necesario para cocinar un banquete que tenía  agendado para el fin de semana.

Antes de compartirlo en las redes sociales y enterar a sus conocidos y amigos, Rodríguez, un chef de profesión, graduado de El Centro College, no dudó en llamarle a la policía para dar parte del hurto.

"Primero le llamé al dueño de la casa donde vivo, él había salido antes, pero me dijo que los vecinos le avisaron que un muchacho se había llevado mi camioneta como a las 9:30 de la mañana".

José se mudó recientemente al área de Pleasant Grove, tras contratar un local donde tiene una cocina que cuenta con la licencia de la ciudad para operar.

Además de dejar su vehículo estacionado en sentido contrario, un tanto avergonzado, Rodríguez admitió que lo dejó sin seguro porque llegó cansado y ya no salió a hacer una vuelta extra a Wal-Mart que tenía prevista el jueves por la noche.

"Me quedé dormido y no le puse llave a la camioneta. Y en la mañana que salí, antes de llamarle a la policía para reportarla robada, pensé que se la había llevado una grúa por haberla dejado mal estacionada".

Y en la camioneta tenía una llave extra debajo del asiento.

Después de hablar con su rentero, Rodríguez llamó al 911 y en menos de siete minutos llegaron un par de detectives a hablar con él.

"Se portaron muy amables y verificaron primero que yo fuera el dueño de la camioneta. Me dijeron que cuando la encontraran me iban a llamar, que tuviera el papel (reporte) listo.

"Le hablé a mi hermana, quien vive en McKinney, pero el chef que comparte conmigo la cocina vino por mí, y fuimos a comprar las cosas al Sam's", añadió José, originario de Guanajuato.

Cuando Rodríguez se fue con su colega a conseguir los ingredientes para cocinar, una amiga le llamó y se comprometió a prestarle su camioneta. Su día de cualquier modo se alteró y, en vez de terminar alrededor de las 6:00, le dieron hasta las 9:00 de la noche en la cocina.

"El sábado fue más normal, pero me sentía triste porque no tenía contemplado esos gastos extras, y le acababa de cancelar la cobertura total al seguro de mi camioneta".

Otro amigo le llamó para ofrecerle una Wrangler, aunque sin aire acondicionado, y su hermana le dijo que podría dejarlo usar su camioneta para que entregara el banquete pendiente.

"El domingo descansé, pero también me fui a seguir buscando mi camioneta, como por una hora y media", recordó José.

El joven que los vecinos describieron como sospechoso de haberse llevado su vehículo coincidía con la de otro que meses atrás se metió a la misma casa donde renta José.

"No se robó nada, porque esa vez los vecinos, cuando lo vieron salir con cosas para echarlas a un carro, le preguntaron que qué hacía si él no vivía ahí. Entonces salió corriendo y dejó todo".

El dueño reportó el incidiente a la policía varios días después.

El lunes, con muy pocas esperanzas de recuperar su vehículo, José se estaba bañanado cuando sonó el teléfono. Era la policía.

"Me llamaron dos veces, de dos números diferentes, dos mujeres policías, para avisarme que habían encontrado mi camioneta. Que la podía ir a recoger a la Vilbig Road en Dallas.

Después de dos horas y media de espera, la diligencia de José coincidió con la subasta de coches abandonados que hace la ciudad de Dallas, pagó $45 para que una grúa sacara su camioneta del corralón, porque se la abandonaron sin gasolina, aunque la policía no le dio detalles de dónde la recogió.

También tuvo que pagar $192 por el tiempo que pasó resguardada en el lugar.

Rodríguez calcula que la recuperaron desde el sábado.

“No vuelvo a dejarla abierta ni por tres minutos, ni mal estacionada; yo soy muy confiado y espero que quienes lean esto aprendan a no hacer lo que yo hice”.

Como el ladrón se quedó con la copia extra de su camioneta, José decidió dejarla estacionada afuera del local donde está su cocina y llevar a su vivienda la que le prestó su amiga.

“Por lo pronto no me la voy a traer, porque pienso que va a regresar otra vez. Y no voy a dejar ya nada a la vista de valor tampoco, la otra vez dejé mi cartera ahí adentro, y también un pago en efectivo que recibí, igual”.

La lección fue dura para José.

“Voy a investigar cuánto cuesta cambiarle la chapa o si le compro un candado para el volante”.

 

 Escríbele un correo electrónico a Sandra Velázquez: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

 

Antes de compartirlo en las redes sociales y enterar a sus conocidos y amigos, Rodríguez, un chef de profesión, graduado de El Centro College, no dudó en llamarle a la policía para dar parte del hurto.

"Primero le llamé al dueño de la casa donde vivo, él había salido antes, pero me dijo que los vecinos le avisaron que un muchacho se había llevado mi camioneta como a las 9:30 de la mañana".

José se mudó recientemente al área de Pleasant Grove, tras contratar un local donde tiene una cocina que cuenta con la licencia de la ciudad para operar.

Además de dejar su vehículo estacionado en sentido contrario, un tanto avergonzado, Rodríguez admitió que lo dejó sin seguro porque llegó cansado y ya no salió a hacer una vuelta extra a Wal-Mart que tenía prevista el jueves por la noche.

"Me quedé dormido y no le puse llave a la camioneta. Y en la mañana que salí, antes de llamarle a la policía para reportarla robada, pensé que se la había llevado una grúa por haberla dejado mal estacionada".

Y en la camioneta tenía una llave extra debajo del asiento.

Después de hablar con su rentero, Rodríguez llamó al 911 y en menos de siete minutos llegaron un par de detectives a hablar con él.

"Se portaron muy amables y verificaron primero que yo fuera el dueño de la camioneta. Me dijeron que cuando la encontraran me iban a llamar, que tuviera el papel (reporte) listo.

"Le hablé a mi hermana, quien vive en McKinney, pero el chef que comparte conmigo la cocina vino por mí, y fuimos a comprar las cosas al Sam's", añadió José, originario de Guanajuato.

Cuando Rodríguez se fue con su colega a conseguir los ingredientes para cocinar, una amiga le llamó y se comprometió a prestarle su camioneta. Su día de cualquier modo se alteró y, en vez de terminar alrededor de las 6:00, le dieron hasta las 9:00 de la noche en la cocina.

"El sábado fue más normal, pero me sentía triste porque no tenía contemplado esos gastos extras, y le acababa de cancelar la cobertura total al seguro de mi camioneta".

Otro amigo le llamó para ofrecerle una Wrangler, aunque sin aire acondicionado, y su hermana le dijo que podría dejarlo usar su camioneta para que entregara el banquete pendiente.

"El domingo descansé, pero también me fui a seguir buscando mi camioneta, como por una hora y media", recordó José.

El joven que los vecinos describieron como sospechoso de haberse llevado su vehículo coincidía con la de otro que meses atrás se metió a la misma casa donde renta José.

"No se robó nada, porque esa vez los vecinos, cuando lo vieron salir con cosas para echarlas a un carro, le preguntaron que qué hacía si él no vivía ahí. Entonces salió corriendo y dejó todo".

El dueño reportó el incidiente a la policía varios días después.

El lunes, con muy pocas esperanzas de recuperar su vehículo, José se estaba bañanado cuando sonó el teléfono. Era la policía.

"Me llamaron dos veces, de dos números diferentes, dos mujeres policías, para avisarme que habían encontrado mi camioneta. Que la podía ir a recoger a la Vilbig Road en Dallas.

Después de dos horas y media de espera, la diligencia de José coincidió con la subasta de coches abandonados que hace la ciudad de Dallas, pagó $45 para que una grúa sacara su camioneta del corralón, porque se la abandonaron sin gasolina, aunque la policía no le dio detalles de dónde la recogió.

También tuvo que pagar $192 por el tiempo que pasó resguardada en el lugar.

Rodríguez calcula que la recuperaron desde el sábado.

“No vuelvo a dejarla abierta ni por tres minutos, ni mal estacionada; yo soy muy confiado y espero que quienes lean esto aprendan a no hacer lo que yo hice”.

Como el ladrón se quedó con la copia extra de su camioneta, José decidió dejarla estacionada afuera del local donde está su cocina y llevar a su vivienda la que le prestó su amiga.

“Por lo pronto no me la voy a traer, porque pienso que va a regresar otra vez. Y no voy a dejar ya nada a la vista de valor tampoco, la otra vez dejé mi cartera ahí adentro, y también un pago en efectivo que recibí, igual”.

La lección fue dura para José.

“Voy a investigar cuánto cuesta cambiarle la chapa o si le compro un candado para el volante”.

 

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