Las lecciones de quinto grado siguen inspirando a maestra de Dallas

DALLAS, Texas — El quinto grado fue un año memorable para Estephanie Rodríguez. Acababa de mudarse de México a Dallas y empezó a asistir a clases sin entender una sola palabra de inglés. Hubiera sido fácil sentirse fuera de lugar y desanimada, pero su maestra parecía decidida a brindarle una experiencia de aprendizaje vibrante.

 

“Aún me acuerdo de mi maestra de quinto grado; me inspiró muchísimo”, recordó Estephanie: Muchas de las lecciones parecían juegos y actividades; cantaban canciones con palabras nuevas pero con melodías conocidas. “Ella no nos hablaba en español, pero la forma en que me enseñó hizo que nunca me sintiera diferente a los otros niños porque no hablaba inglés”.

La experiencia fue fundamental.

El siguiente año Rodríguez volvió a México pero regresó a Dallas para estudiar la preparatoria. Se fue a su pais una vez más para asistir a la universidad y para dar clases en escuelas particulares. Se casó y volvió a Dallas, donde descubrió que aunque había obtenido su licenciatura en educación, necesitaba de una licencia para poder enseñar en Texas.

“Habia varias alternativas, pero el programa Compass me pareció muy interesante porque no era por Internet. Muchas personas prefieren hacer cursos por Internet, pero yo prefiero clases donde puedo ver y trabajar con las personas”.

Después de que la aceptaron en el programa Compass, Estephanie empezó a preguntarse en qué se había metido. Le encantaba estar en clases con gente que hablaba inglés y español y apreciaba el método práctico por encima del más tradicional que había experimentado en México. Su primer año fue complicado. Tener su propio salón de clases y recibir un 'feedback' inmediato sobre la técnica, quedarse hasta tarde en el salón, “todos los exámenes” y los ejercicios rigurosos de capacitación, exigían su mejor esfuerzo.

Sintió mucha incertidumbre, pero como sucedió durante el quinto grado, los maestros en el programa estaban decididos a darle confianza y claridad mientras desarrollaba sus habilidades. La honestidad de los maestros le producía sentimientos encontrados. Recuerda que un maestro le aconsejó 'ponte tu casco, piensa que estas balseando en los rápidos, y agárrate fuerte'. “Eso es exactamente lo que hice y estoy contenta de no haberme rendido”, dice Estephanie. “Con el tiempo uno va mejorando aunque no necesariamente es más fácil”.

Ahora que está en su segundo año como maestra en Dallas, Rodríguez se siente como en casa. Imparte una clase bilingüe de kínder que casi siempre le da esa satisfacción y agotamiento que acompaña a un día de trabajo duro, haciendo lo que te gusta.

“La profesión docente es una gran carrera”, dice la maestra. “Hay un dicho que me encanta: ‘la enseñanza es una profesión que crea todas las demás’. Se siente maravilloso cuando ves a todos los estudiantes queriendo aprender. Ves su transformación. Muchos llegan sin poder escribir o producir los sonidos de las letras, y se marchan pudiendo escribir párrafos. No sé qué querrán hacer mis estudiantes en el futuro, pero sé que les ayudé para el futuro. Sé que esa semilla crecerá”.

¡Recomiende a alguien para que sea maestro bilingüe!

 

“Aún me acuerdo de mi maestra de quinto grado; me inspiró muchísimo”, recordó Estephanie: Muchas de las lecciones parecían juegos y actividades; cantaban canciones con palabras nuevas pero con melodías conocidas. “Ella no nos hablaba en español, pero la forma en que me enseñó hizo que nunca me sintiera diferente a los otros niños porque no hablaba inglés”.

La experiencia fue fundamental.

El siguiente año Rodríguez volvió a México pero regresó a Dallas para estudiar la preparatoria. Se fue a su pais una vez más para asistir a la universidad y para dar clases en escuelas particulares. Se casó y volvió a Dallas, donde descubrió que aunque había obtenido su licenciatura en educación, necesitaba de una licencia para poder enseñar en Texas.

“Habia varias alternativas, pero el programa Compass me pareció muy interesante porque no era por Internet. Muchas personas prefieren hacer cursos por Internet, pero yo prefiero clases donde puedo ver y trabajar con las personas”.

Después de que la aceptaron en el programa Compass, Estephanie empezó a preguntarse en qué se había metido. Le encantaba estar en clases con gente que hablaba inglés y español y apreciaba el método práctico por encima del más tradicional que había experimentado en México. Su primer año fue complicado. Tener su propio salón de clases y recibir un 'feedback' inmediato sobre la técnica, quedarse hasta tarde en el salón, “todos los exámenes” y los ejercicios rigurosos de capacitación, exigían su mejor esfuerzo.

Sintió mucha incertidumbre, pero como sucedió durante el quinto grado, los maestros en el programa estaban decididos a darle confianza y claridad mientras desarrollaba sus habilidades. La honestidad de los maestros le producía sentimientos encontrados. Recuerda que un maestro le aconsejó 'ponte tu casco, piensa que estas balseando en los rápidos, y agárrate fuerte'. “Eso es exactamente lo que hice y estoy contenta de no haberme rendido”, dice Estephanie. “Con el tiempo uno va mejorando aunque no necesariamente es más fácil”.

Ahora que está en su segundo año como maestra en Dallas, Rodríguez se siente como en casa. Imparte una clase bilingüe de kínder que casi siempre le da esa satisfacción y agotamiento que acompaña a un día de trabajo duro, haciendo lo que te gusta.

“La profesión docente es una gran carrera”, dice la maestra. “Hay un dicho que me encanta: ‘la enseñanza es una profesión que crea todas las demás’. Se siente maravilloso cuando ves a todos los estudiantes queriendo aprender. Ves su transformación. Muchos llegan sin poder escribir o producir los sonidos de las letras, y se marchan pudiendo escribir párrafos. No sé qué querrán hacer mis estudiantes en el futuro, pero sé que les ayudé para el futuro. Sé que esa semilla crecerá”.

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