Dentro de un par de meses se cumplirán 12 años de cuando Paola Ramírez decidió hacer la sorpresiva transición de locutora de radio a intérprete médica en Dallas.
"Comencé aquí como voluntaria, ya que trabajaba en la radio pero me gustaba hacer voluntariado, sobre todo con los niños", dice Ramírez, quien ahora es empleada de tiempo completo del Children's hospital en Dallas.
"No me imagino haciendo otra cosa, porque disfuto mucho cuando me voy a mi casa con la satisfacción de saber que ayudé a alguien a poder curar, en una situación médica u otra situación".
Como ella misma lo describe, en la radio comercial, la información que se propaga es más ligera: chismes, discos y música, primordialmente; por lo que el cambio de escenario al principio resultó sumamente fuerte para esta comunicadora nata.
"Los primeros años lloraba mucho, era raro que no me fuera llorando a mi casa con las cosas tan horribles que ves, porque sí hay gente muy mala allá afuera y hay que tener mucho cuidado con nuestros hijos. Pero también con accidentes, con enfermedades. Al principio a todas mis amigas y familiares, las llamaba a cualquier hora, en la madrugada, para pedirles que me ayudaran a orar por tal paciente, pero ya después dices, 'es mi trabajo'".
Su vocabulario también sufrió un cambio radical, pues Ramírez se introdujo de lleno a otro mundo, el de la terminología médica.
“Tuve que aprender bastante, estuve estudiando como 6 meses en la biblioteca, anatomía, un poquito de patología, y de farmacéutica, hay muchas cosas que vas aprendiendo poco a poco en el transcurso. Lo que he aprendido aquí ha sido vasto, pero para poder entrar aquí sí tuve que estudiar un poco”.
Para ser contratada en julio de 2002 por el Children’s Medical Center, Ramírez tuvo que aprobar tres exámenes: uno básico en el departamento de intérpretes, después otro que le aplicó una agencia externa y el final de regreso al hospital, cara a cara en el campo de acción.
CHILE, VENEZUELA, EU
La llegada a los Estados Unidos de Ramírez es un poco parecida a la de muchos inmigrantes. Tiene una lista tan larga de vicisitudes, que piensa publicar su propio libro.
"Yo nací en Chile, pero me crié en Venezuela, toda mi educación, hasta el nivel superior fue allí".
La familia de Ramírez llegó a Venezuela de Chile, básicamente por cuestiones políticas. Sus padres decidieron abandonar el país natal de Paola y se establecieron en Caracas como empleados del presidente de las compañías Kraft.
"Mi papá llegó como chofer y mi mamá como señora del servicio a la casa del señor Campbell, y ellos me llevaron a la escuela ML Friedman en la capital, una escuela americana. Entonces yo aprendí a hablar en la inglés desde pequeña".
Tiempo después su madre decidió mandarla a una escuela tradicional donde la enseñaran en español, para comunicarse mejor con Ramírez.
"A mi mamá no le gustó que ya no se podía comunicar conmigo porque yo todo lo decía en inglés y me cambió de escuela. Pero el inglés, es como aprender a andar en bicicleta, nunca se olvida. Quizás el acento, y algunas palabritas aquí y allá, pero no se olvida".
Al terminar sus estudios de comunicación, siendo una joven bilingue, Ramírez trabajó para la cadena Hilton, que tenía un hotel en Caracas. "Ahí conocí a una persona que estaba buscando a alguien que viniera a trabajar aquí en Texas, pero quería a gente que conociera Venezuela para poder vender paquetes de turismo para allá... Al final me quedé con ese puesto y resulta que no era lo que ellos habían prometido.
“Hay que tener mucho cuidado. Cuando uno es muy joven cree que la gente cumple todo lo que te ofrece y no es así, es una historia muy larga, que tal vez contaré en el libro", dice sonriendo.
Después del intento fallido de la aparente agencia de viajes, Ramírez se fue a California con una amiga de un tío suyo a hacer ventas.
“Vendí ollas Royal Prestige hace muchos años y lo hice muy bien. Me fue muy bien con eso. De vender ollas salté a la radio”.
A su regreso a Dallas y conoció a otra venezolana ("Milady") que estaba al aire en las ondas radiales de la ciudad y de ahí surgió la oportunidad.
"Me hicieron una prueba al micrófono, y me dijeron sí. 'Tienes la voz muy agradable al aire'”.
Su versatilidad le permitió a Ramírez aceptar el reto de volar en helicóptero como reportera de tráfico para la compañía Metro Traffic, siendo la primera mujer en hacerlo para la radio en español del área de Dallas y Fort Worth.
"Me divertí y lo gocé mucho", recuerda.
En su etapa final en la radio, cuando trabajaba para Amor 107.1 de Univision, Ramírez empezó su voluntariado con Children's, y después de un tiempo, cuando le informaron que no podían seguir aceptando sus servicios gratuitos como intérprete, fue que decidió solicitar el puesto formal y hacer la transición completa.
"Aquí hay muchos campos, hay muchas cosas que hacer. Y yo ya no me veo en radio otra vez. Me gustaría seguir aquí, seguir ayudando, estoy consciente de que la carrera para la interpretación va en auge, cada vez hay más intérpretes, de hecho, el Centro College está dando terminología médica para intérpretes”.
En la actualidad Ramírez cuenta con una certificación oficial como intérprete, (“Certified Healthcare Interpreter”) por el estado de Texas y desde hace un año, cada martes, conduce el programa de televisión "Vamos a jugar", que se transmite por circuito cerrado en el Children's de Dallas, Legacy y Southlake.
"Comencé aquí como voluntaria, ya que trabajaba en la radio pero me gustaba hacer voluntariado, sobre todo con los niños", dice Ramírez, quien ahora es empleada de tiempo completo del Children's hospital en Dallas.
"No me imagino haciendo otra cosa, porque disfuto mucho cuando me voy a mi casa con la satisfacción de saber que ayudé a alguien a poder curar, en una situación médica u otra situación".
Como ella misma lo describe, en la radio comercial, la información que se propaga es más ligera: chismes, discos y música, primordialmente; por lo que el cambio de escenario al principio resultó sumamente fuerte para esta comunicadora nata.
"Los primeros años lloraba mucho, era raro que no me fuera llorando a mi casa con las cosas tan horribles que ves, porque sí hay gente muy mala allá afuera y hay que tener mucho cuidado con nuestros hijos. Pero también con accidentes, con enfermedades. Al principio a todas mis amigas y familiares, las llamaba a cualquier hora, en la madrugada, para pedirles que me ayudaran a orar por tal paciente, pero ya después dices, 'es mi trabajo'".
Su vocabulario también sufrió un cambio radical, pues Ramírez se introdujo de lleno a otro mundo, el de la terminología médica.
“Tuve que aprender bastante, estuve estudiando como 6 meses en la biblioteca, anatomía, un poquito de patología, y de farmacéutica, hay muchas cosas que vas aprendiendo poco a poco en el transcurso. Lo que he aprendido aquí ha sido vasto, pero para poder entrar aquí sí tuve que estudiar un poco”.
Para ser contratada en julio de 2002 por el Children’s Medical Center, Ramírez tuvo que aprobar tres exámenes: uno básico en el departamento de intérpretes, después otro que le aplicó una agencia externa y el final de regreso al hospital, cara a cara en el campo de acción.
CHILE, VENEZUELA, EU
La llegada a los Estados Unidos de Ramírez es un poco parecida a la de muchos inmigrantes. Tiene una lista tan larga de vicisitudes, que piensa publicar su propio libro.
"Yo nací en Chile, pero me crié en Venezuela, toda mi educación, hasta el nivel superior fue allí".
La familia de Ramírez llegó a Venezuela de Chile, básicamente por cuestiones políticas. Sus padres decidieron abandonar el país natal de Paola y se establecieron en Caracas como empleados del presidente de las compañías Kraft.
"Mi papá llegó como chofer y mi mamá como señora del servicio a la casa del señor Campbell, y ellos me llevaron a la escuela ML Friedman en la capital, una escuela americana. Entonces yo aprendí a hablar en la inglés desde pequeña".
Tiempo después su madre decidió mandarla a una escuela tradicional donde la enseñaran en español, para comunicarse mejor con Ramírez.
"A mi mamá no le gustó que ya no se podía comunicar conmigo porque yo todo lo decía en inglés y me cambió de escuela. Pero el inglés, es como aprender a andar en bicicleta, nunca se olvida. Quizás el acento, y algunas palabritas aquí y allá, pero no se olvida".
Al terminar sus estudios de comunicación, siendo una joven bilingue, Ramírez trabajó para la cadena Hilton, que tenía un hotel en Caracas. "Ahí conocí a una persona que estaba buscando a alguien que viniera a trabajar aquí en Texas, pero quería a gente que conociera Venezuela para poder vender paquetes de turismo para allá... Al final me quedé con ese puesto y resulta que no era lo que ellos habían prometido.
“Hay que tener mucho cuidado. Cuando uno es muy joven cree que la gente cumple todo lo que te ofrece y no es así, es una historia muy larga, que tal vez contaré en el libro", dice sonriendo.
Después del intento fallido de la aparente agencia de viajes, Ramírez se fue a California con una amiga de un tío suyo a hacer ventas.
“Vendí ollas Royal Prestige hace muchos años y lo hice muy bien. Me fue muy bien con eso. De vender ollas salté a la radio”.
A su regreso a Dallas y conoció a otra venezolana ("Milady") que estaba al aire en las ondas radiales de la ciudad y de ahí surgió la oportunidad.
"Me hicieron una prueba al micrófono, y me dijeron sí. 'Tienes la voz muy agradable al aire'”.
Su versatilidad le permitió a Ramírez aceptar el reto de volar en helicóptero como reportera de tráfico para la compañía Metro Traffic, siendo la primera mujer en hacerlo para la radio en español del área de Dallas y Fort Worth.
"Me divertí y lo gocé mucho", recuerda.
En su etapa final en la radio, cuando trabajaba para Amor 107.1 de Univision, Ramírez empezó su voluntariado con Children's, y después de un tiempo, cuando le informaron que no podían seguir aceptando sus servicios gratuitos como intérprete, fue que decidió solicitar el puesto formal y hacer la transición completa.
"Aquí hay muchos campos, hay muchas cosas que hacer. Y yo ya no me veo en radio otra vez. Me gustaría seguir aquí, seguir ayudando, estoy consciente de que la carrera para la interpretación va en auge, cada vez hay más intérpretes, de hecho, el Centro College está dando terminología médica para intérpretes”.
En la actualidad Ramírez cuenta con una certificación oficial como intérprete, (“Certified Healthcare Interpreter”) por el estado de Texas y desde hace un año, cada martes, conduce el programa de televisión "Vamos a jugar", que se transmite por circuito cerrado en el Children's de Dallas, Legacy y Southlake.